Coronavirus y encierro: los bares se unen para sobrevivir a la dura crisis del negocio gastronómico

Con el objetivo de superar el complejo escenario por la pandemia y preservar las fuentes de trabajo, te contamos las demandas de la Liga de Bares Autoconvocados de Buenos Aires.

Por Alejandro Maglione

Quien más, quien menos, casi todos tenemos la certeza de que de este lío atroz del coronavirus nadie será el mismo cuando pase. Algunos exageran con giros copernicanos en la vida de los seres humanos, de los países, de las formas de gobierno, etcétera. Otros pensamos que algunas cosas cambiarán para siempre pero no debemos exagerar las esperanzas creyendo que se avizora un mundo nuevo.

Pero resulta que en Buenos Aires, Argentina, aparecen organizaciones de todo tipo que le ponen el pecho a las balas; en este caso, nos tocó tomar conocimiento y contacto con una denominada Liga de Bares Autoconvocados de la Ciudad de Buenos Aires.

El tema luce interesante. Se calcula que unos 400/500 bares participan de este colectivo, cuyas intenciones no es pelearse con ninguna otra organización preexistente sino, según los dichos de alguno de sus miembros, dar una batalla más agresiva por la supervivencia.

Los autoconvocados piensan que a todos los problemas que normalmente afrontan para lograr llevar adelante sus negocios, el tema del cierre por la cuarentena puede llegar a ser un golpe definitivo a sus negocios que, según sus propios cálculos, logran generar 8.000 puestos de trabajos en su radio de acción.

Desean que se renegocien los contratos de alquiler, por ejemplo, siendo que a nuestros entrevistados debimos recordarles que esas son negociaciones entre privados. No obstante, algunos objetaron que se siguen dando prácticas como que el 25% se paga en blanco y el resto del 75% se documenta con un sistema de pagarés que se van devolviendo a medida que se paga la locación mensualmente. El planteo es sencillo: sin una rebaja en los alquileres que venían pagando, difícilmente reabran sus puertas.

Su pretensión llega más lejos: conseguir una ley de alquileres comerciales que regule los precios de las locaciones. Aquí se aprecia la juventud de los miembros parlantes de la Liga, porque este experimento ya se hizo en el país. Estuvo vigente durante décadas y solo causó perjuicios para los propietarios de inmuebles. Así que el reclamo existe, pero su aplicabilidad no parece sensata.

También expresan su preocupación los que están intentando proteger ingresos y empleos con el sistema de delivery, porque las tarjetas de crédito les siguen liquidando los consumos a 14 días, siendo que sus insumos varían sus costos diariamente. Aquí les recordamos que alguna vez las tarjetas, en aquella fecha inolvidable de mayo de 1989 en que la inflación llegó al 197% mensual, bajaron su arancel al 0% en acuerdo con los bancos emisores, para evitar que todo el sistema se desplomara.

Los desespera la voracidad de organizaciones como SADAIC o AADI CAPIF. En el caso de la primera, el impuesto sería así: el 4% del total de los ingresos o a opción del usuario, el 26,67% del 15% de los ingresos brutos totales mensuales. El mecanismo de control es al parecer de un “inspector” que la mayor parte de las veces se presenta acreditado por una tarjeta personal, de la que no conviene desconfiar, porque en algunos casos la negativa a pagar tuvo malas consecuencias judiciales. No había credencial pero sí poder de policía.

El tema de los horarios para trabajar tiene también muchas aristas. Un protagonista dice: “Hoy por hoy, la normativa nos permite vender alcohol hasta las 5 am, y las personas pueden tener alcohol en sus mesas hasta las 5:30 am; sin embargo a las 4 am se cierra el ingreso de público. Creemos necesario unificar criterios y que el horario de ingreso se extienda a las 5 am y exista un horario de cierre a las 6 am, sacando la prohibición de venta de alcohol”.

Otro miembro se refiere a los certificados que requiere el gobierno porteño: “Con respecto a los distintos certificados que nos exige el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), solicitamos que los certificados de limpieza de campanas, tratamiento ignífugo, desinfección se certifiquen a través de una declaración jurada por el sistema de Trámites a Distancia del GCBA. Esto reduciría los costos ya que permitiría que cada uno realice dichas limpiezas”.

Otro tema es el de los horarios de recolección de residuos, que lo explican de esta manera: “Hoy por hoy podemos sacar la basura de 20 a 21. Sin embargo, los bares generamos basura de 12 am a 7 am aproximadamente, por lo que solicitamos un horario diferenciado. Hoy si se saca la basura fuera de ese horario y te enganchan, pagás una multa”.

Es de imaginar que para casi todos los restaurants que atienden de noche este tema también los debe comprender, si bien el tema debe dar para cierto debate porque el costo para las empresas de hacer los mismos circuitos en horarios diferenciados las obligaría a cobrar por su servicio un monto difícil de afrontar. Al fin y al cabo, Buenos Aires es una de las pocas ciudades grandes en la que la recolección de residuos se hace 6 veces por semana. En general, es común que sea cada 4 días. Y a veces con menor periodicidad todavía.

Lógicamente para esta emergencia, los autoconvocados esperan que haya subsidios directos a la actividad que puedan ayudar a que reabran más locales al final de la pandemia. A la vez, adicionalmente, que se suspendan los pagos de servicios (luz, agua, gas) durante el período de la cuarentena y en una etapa posterior a que sea levantada.

Asimismo, confían en que se los libere o atemperen gravámenes que impactan directamente en sus costos como el ABL, o gravámenes como Ingresos Brutos, cargas sociales, etc. Sostienen que no piden nada que ya no haya sido aplicado en países como Francia, España o Italia, donde la gastronomía juega un rol clave en sus economías.

También se sienten abrumados porque los inspectores municipales están “muy atentos” a no permitir y sancionar lo que se conoce como “baile espontáneo”. Parece ser que a partir de una determinada hora los clientes se entusiasman con la música y tienden a bailar en pequeños grupos. También resulta que este desborde de espontaneidad está prohibido en los reglamentarios en base a los cuales un bar es habilitado. Los autoconvocados sienten que ellos no promueven el baile espontáneo, pero estarlo reprimiendo le termina sacando “onda” al lugar.

Aquí la línea divisoria es imprecisa y posiblemente haya excesos de los dos lados: el de los dueños que permiten que alguna acción aislada de un puñado de “repentistas” se traslade a todo el salón y, por el otro, que un exceso de celo de los inspectores los lleve a clausuras demasiado poco convenientes en épocas de crisis y bajos ingresos.

El tema no luce sencillo, si bien admiten tener un diálogo con la Subsecretaría de Bienestar Ciudadano a cargo de Héctor Gatto y el señor Julio Tahier Director General de Gastronomía, que depende de él. Precisamente Gatto, a quien consultamos, reconoce a este grupo e incluso tienen una mesa de trabajo para los distintos temas, si bien explica que en muchos de ellos son simples transmisores de estas inquietudes porque varios son de competencia de la Nación. Lo que queda claro es que comparten la preocupación y la línea de comunicación está permanentemente abierta, lo cual es muy bueno.

La dificultad de esta suerte de mesa de trabajo es que las direcciones que intervienen en la vida de un bar, incluso dentro del propio gobierno de la CABA, son múltiples. Porque están los que se ocupan de nocturnidad. Están los que se ocupan de los residuos. Están los que se ocupan de sanidad. Y la lista de inspecciones que se deben soportar, que ocupan tiempo, que en algunos casos se realizan con un “celo” excesivo.

Sabemos que para el porteño la concurrencia a su bar o café habitual forma parte de sus hábitos cotidianos. Por lo tanto, los esfuerzos que se realicen por parte del estado para asegurar la pronta reapertura de estos establecimientos deben estar en las preocupaciones prioritarias de varios funcionarios.

Al fin y al cabo, un bar cerrado no da mano de obra, no paga alquileres, no paga impuestos, no requiere de proveedores. Como dice el paisano: una vaca muerta no se ordeña…


Author: Alejandro

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