La cocina como salida laboral: las inspiradoras historias de tres emprendedoras gastronómicas del Barrio Mugica

Estas mujeres, habitantes del Barrio 31, lograron superar los obstáculos y la crisis gracias a proyectos ligados a la gastronomía.

Por Luis Lahitte

A pesar de las recurrentes crisis que vive la Argentina, escuchar historias inspiradoras resulta un aliciente para superar los obstáculos que el día a día pone a los emprendedores.

Con Cucinare decidimos hacer un recorrido por el Barrio 31, ubicado al fondo de la estación de Retiro, actualmente convertido en un dinámico barrio que va cambiando su fisonomía a pasos agigantados, aunque sin perder la identidad.

También conocido como Barrio Mugica, está constituido por un crisol de etnias que van desde migrantes internos asentados hace dos décadas, hasta recién llegados de países limítrofes como Paraguay, Bolivia, e incluso destinos más lejanos como el Perú.

No mucha gente tuvo la oportunidad de conocerlo. Desde lo alto de la autopista Illia se ve una amalgama de ladrillos, pero cuando uno recorre el barrio, se encuentra con una sociedad en movimiento, cromática y vital, en pleno proceso de reordenamiento y transformación.

La gran mayoría de sus habitantes trabaja a destajo para ganarse el sustento, y al igual que sucede en toda la sociedad argentina y global, varios de ellos han tenido que reinventarse para seguir adelante.

Este es el caso de Ysabel Franco Benegas, Matilde Bernal y Lourdes Mejía, trabajadoras que ante crisis laborales y personales tuvieron las agallas para dar un golpe de timón a sus vidas y optar por nuevos rumbos.

Ysabel Franco Benegas, por ejemplo, es oriunda de Caaguazú, Paraguay. Tiene 53 años y trabajó en casas de familia cuidando a niños y ancianos. Pero se vio obligada a dejar su actividad para atender a sus propios nietos.

Como tiene facilidad para la cocina, alquiló un espacio dentro del barrio para elaborar empanadas y tartas, bajo el nombre de @parajekue.

Pero como quiso entrar dentro del circuito formal es que hizo un curso en el CeDEL (Centro de Desarrollo Emprendedor y Laboral, organismo que se encuentra dentro del barrio), con el objeto de aprender buenas prácticas, ventas y bancarización.

Actualmente Ysabel provee a negocios dentro de la estación de Retiro, locales del barrio y clientes particulares. Porque la idea que se impulsa desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) es que la economía barrial no sea endogámica, sino que se integre con la del resto de la ciudad.

Los productos de Ysabel, así como las de otros emprendedores, se pueden conseguir a través de la web www.delrecoveco.com.ar.

Una coterránea suya, Matilde Bernal, también originaria de Caaguazú, hace 16 años que está en Buenos Aires, donde desarrolló tareas de limpieza.

Pero hace cinco años atrás decidió apostar por su proyecto personal y por eso creó @MB.reposteria, negocio de tortas recubiertas y personalizadas según el gusto del cliente.

Matilde está casada y se arriesgó a independizarse a instancias de una prima. “Vos preparás buenas tortas. ¿Por qué no las hacés para vender, y yo te las decoro” ?, le dijo.

Comenzó realizando pastafrola, lemon pie, una torta de ricota para un pequeño evento, y gracias al boca a boca se hizo conocida en el barrio.

Tiempo después le dio mayor envergadura a su negocio y abrió cuentas en redes sociales. Y la pandemia le dio un empujón al proyecto porque logró vender sus productos fuera del barrio, y actualmente realiza entregas a domicilio.

“Mi objetivo es seguir creciendo, ampliar el mercado a otros puntos de la ciudad. Ya tengo pedidos para el resto de año. Pero me haría mucha ilusión dar clases de repostería, quizás con el apoyo de alguna empresa”, afirma Bernal. Sus tortas también se pueden conseguir online.

No menos estimulante es la historia de Lourdes Mejía, boliviana, nacida en Oruro, con 23 años en la ciudad de Buenos Aires.

Lourdes trabajó durante mucho tiempo en talleres de costura, tarea sumamente exigente, hasta que hace un año y medio vio un tutorial en Google donde enseñaban a moldear chocolate.

Ese contenido le quedó dando vueltas en la cabeza, y en sus ratos libres se dedicó a practicar; la sorpresa fue que resultó ser una chocolatera nata. Lourdes está separada, pero su hija, Sofía, que actualmente colabora con ella, la motivó para dar el salto.

La emprendedora se animó y tomó clases de capacitación en San Miguel, con la maestra pastelera Viviana del Navarro, profesional con mucho oficio que tiene una chocolatería en Tilcara.

Mejía trabaja con cobertura Colonial y realiza bombones, estructuras, ramas y figuras, algunas de ellas verdaderamente sorprendentes. Trabaja desde su casa, donde armó un espacio para hacerlo, y lo difunde desde su cuenta en Instagram.

Tomás Galmarini, del proyecto de urbanización llevado a cabo por la UPE (Urbanización Barrio Carlos Mugica), es uno de los responsables de las capacitaciones y estímulo a los emprendedores como ellas.

“Desde la Unidad hacemos lo posible para que estas medidas de apoyo no queden en un mero asistencialismo, sino que brinden una solución holística para que los emprendedores puedan valerse por sí mismos, para poder nivelar la cancha, por decirlo de alguna forma”, explica Galmarini.


Author: Lahitte

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