Mauro Colagreco, vida y obra del cocinero argentino que llegó a la cima de la gastronomía mundial

Historia del chef platense que se convirtió en el mejor del mundo.

A algunos cocineros, la fama les llega en un instante, mientras que para otros es un proceso que se va cocinando a fuego lento. Como la historia de vida de Mauro Colagreco, quien acaba de tocar el cielo con las manos luego de consagrarse como el mejor chef del mundo, dueño del restaurant Mirazur, elegido como el número uno por el prestigioso ránking The World’s 50 Best Restaurants.

Colagreco, que abandonó sus estudios de Administración de Empresas en La Plata (nació allí el 5 de octubre de 1976) para irse a trabajar a Europa en 2001 como cocinero junto a leyendas de la cocina internacional como Bernard Loiseau, Alain Ducasse y Alain Passard, abrió Mirazur en 2007, en Menton, pequeña localidad ubicada cerca de Niza, en la Costa Azul francesa.

Pero antes, jugó al rugby en su ciudad natal y, con la crisis de la convertibilidad, decidió emigrar a Europa en busca de mejores horizontes “solo con el teléfono de un amigo de un amigo”. Así fue que llegó a París con un nivel de francés muy básico (hoy habla 5 idiomas: español, francés, inglés, italiano y portugués) y con el objetivo de ingresar a una escuela de cocina.

¿Quiénes fueron sus primeros maestros en la Argentina? Mauro fue discípulo del reconocido Gato Dumas y de Beatriz Chomnalez, “mi primera gran maestra, la persona que me impulsó a venir a Europa”, recuerda.

En poco tiempo, se hizo acreedor de dos estrellas de la Guía Michelin (considerada como la “Biblia gourmet”), siendo el primer sudamericano en lograrlo, para luego, hace algunos meses, conseguir su tercera estrella, lo que equivaldría al Oscar de la cocina internacional.

En la ceremonia de entrega de su tercera estrella, el cocinero platense afirmó que había decidido instalarse en Francia “buscando la excelencia, porque la cocina francesa es la mejor cocina del mundo”. A los colegas presentes en la sala donde era premiado, Mauro les dijo que ellos eran su ejemplo y les agradeció “por haberme dado el apoyo para construir mi cocina”.

El cocinero es un maestro en el manejo de los productos de cercanía (tiene su propia huerta y trabaja con productores locales), las temperaturas y las texturas. Y, si bien su técnica es de base francesa, los platos que salen de sus fuegos son vanguardistas, audaces y cosmopolitas. También es cierto que, al estar en la frontera con Italia, recibe de ese país saludables influencias, aunque tampoco se olvidó del todo de sus orígenes argentinos, algo que recordó con mucha emoción durante su discurso de agradecimiento por el premio obtenido ayer en Singapur.

Como prueba de que su ascenso al Olimpo de la cocina se hizo subiendo cada uno de los escalones, Mirazur quedó en cuarto lugar en The World’s 50 Best en 2017, tercero en 2018, y ahora llegó a ubicarse en lo más alto del podio.


Author: Cucinare

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