Mesas al aire libre: así fue el primer día de reapertura de bares y restaurants en Buenos Aires

Recorrimos la ciudad para mostrarles sensaciones y protocolos de una jornada muy esperada tanto por locales como por clientes.

Por Cecilia Boullosa / Fotos: Rodrigo Ruiz Ciancia

Las ganas pudieron más que el frío. A pesar del viento gélido que corría el lunes por la noche en Buenos Aires, muchos clientes se abrigaron bien y salieron a torear los 9 grados de temperatura para volver a sentarse en las veredas y patios de sus bares y restaurants favoritos después de más de cinco meses de abstinencia.

El regreso de la gastronomía se vive con ilusión, entusiasmo y también con algo de confusión, porque el protocolo que recibieron los bares de parte del Gobierno de la Ciudad Buenos Aires deja algunos grises. Varios lugares reforzaron las medidas de seguridad más allá de lo que indica la norma para darle confianza al cliente. Los termómetros, los códigos QR, el alcohol en gel o los cubiertos en bolsas selladas formaron parte del paisaje de la vuelta. 

En la esquina de Lavalle y Callao, las cuatro mesas que ubicó Los Galgos en la vereda están completas. “Veo mucha avidez de la gente por salir a tomar algo. Muchas ganas contenidas, después de tantos meses”, nos dice Tomás Heffernan, encargado del legendario bar que en diciembre cumple 90 años y que hace casi 5 años fue recuperado por el empresario Julián Díaz.

En una mesa, tres amigos con tapabocas brindan con copitas de brandy, en otra, una pareja comparte una cerveza y un tostado y, un poco más allá, dos amigas beben el Negroni de la casa. “Somos habitués de Los Galgos, de venir dos o tres veces por semana y hasta que las velas no ardan. Nos parecía importante estar hoy, en este regreso tan importante para los empleados”, explican Josefina y Daniela. 

Frascos de alcohol en gel cada mesa, código QR para acceder al menú online y separación entre mesas de un metro y medio son algunas de las adaptaciones que debieron hacer para poder abrir. Aunque no es obligatorio, recomiendan reservar y no extenderse demasiado en la sobremesa.

El bar ya está gestionando que se pueda correr la parada de colectivo de Lavalle para colocar más mesas mientras que sobre Callao desplegarán unas barricas para beber y comer algo rápido. Todos los días, entre las cinco y las siete de la tarde, proponen coctelería al paso para incentivar el consumo. 

Corrientes, el regreso

A unas cuadras de allí, el paisaje enmudecido de avenida Corrientes, apagada, oscura y solitaria en los últimos meses, comienza a mostrar sus primeros signos de resurgimiento. Casi todas las pizzerías tradicionales colocaron mesas, aunque no todas pudieron recibir clientes porque les faltaba el permiso. Es el caso de Güerrín, que calcula abrir este jueves 3 de septiembre.

“Un montón de gente pasó y preguntó si ya podía sentarse a comer una pizza”, asegura uno de los empleados que custodia la pizzería fundada en 1932 por un inmigrante italiano. Cruzando la avenida, La Americana ya tiene varios clientes disfrutando de una porción de muzzarella, estoicos frente al frío, lo mismo que en el café Ouro Preto y en las pizzerías Kentucky y Banchero. 

La gastronomía al aire libre es la primera instancia del Plan Integral y Gradual de Puesta en Marcha de la Ciudad, que continuará con la habilitación de salones a un 25% de su capacidad original. La primera fase de las reaperturas llega después de variados reclamos, incluida una fuerte campaña promovida por los gastronómicos de Buenos Aires, no más Sillas al Revés, para conseguir más apoyo económico para uno de los sectores más golpeados por la pandemia.

Por el momento, consiguieron la eximición del pago de ingresos brutos entre septiembre de 2020 y febrero de 2021

Termómetros y gin tonic

En Invernadero, un restaurant que abrió en 2019 en los jardines de la Biblioteca Nacional, el clima es exultante. En la primera noche, se acercaron más de 80 personas y las reservas están completas para toda la semana.

Durante el tiempo en que estuvieron cerrados, sus dueños (los mismos del boliche Afrika) invirtieron en calefacción (compraron unos 12 calentadores), mobiliario, plantas y otros detalles para realzar su espacio al aire libre. En el ingreso, una recepcionista toma la temperatura a quienes ingresan y les pide que escaneen el código QR con la reserva.

En las mesas, los cubiertos se disponen en paquete sellado, como en los aviones. “Fue difícil, con el delivery hacíamos solo un 5% de nuestra facturación habitual. Pero nunca pensamos en cerrar. Sabíamos que cuando volviéramos la gente nos iba a acompañar”, dice uno de los socios, Lucas Roballos. 

Entre los clientes de esta primera noche, está Bárbara Santori, 28 años, abogada y quien antes de la pandemia salía de bares entre cuatro y cinco veces por semana.

“No aguantaba más el encierro, sufrí mucho la falta de vida social durante la cuarentena, así que cuando anunciaron que el lunes empezaban a abrir no lo dudé. Elegí Invernadero porque sabía que estaban preparados para el frío, las estufitas fueron salvadoras”, dice Santori, que hasta se llevó en la mochila dos copones para el gin tonic, envueltos en papel burbuja por si la vajilla era descartable, tal como inicialmente se había rumoreado antes de la comunicación oficial sobre las reaperturas. Según cuenta, Bárbara ya se armó un listado de cada vereda que reabre para volver a desandar la noche de Buenos Aires

En Palermo, mientras tanto, hubo regresos muy esperados como el de la parrilla Don Julio (reconvertida en carnicería premium durante la cuarentena) o El Preferido.  En San Telmo, El Baqueano sigue esperando el permiso de la Comuna 1 para copar la vereda, que es más angosta que en el resto de la ciudad y otros, como Café San Juan, prefieren seguir en modo delivery mientras esperan la baja de contagios para pensar su vuelta.

En Chacarita, el asiático Apu Nena, de Florencia Ravioli y Christina Sunae, abrió la vereda con precauciones. “Hay incertidumbre todavía. La gente se acercó tímidamente, pero muchos ya nos preguntaron para hacer reservas”, contaron. 


Author: Cecilia

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