Un templo del jamón crudo en pleno Valle de Uco

De Barrio 3 llega a Mendoza y la bienvenida es en La Posada del Jamón, un restaurant emblemático de la ruta del vino.

Antes de que el Valle de Uco fuera lo que es hoy, antes de la fama, el boom turístico y la llegada de cientos de bodegas, ya existía La Posada del Jamón. No era lo que es hoy, sino un emprendimiento más modesto, en el que el matrimonio conformado por Miguel Cairo y Maria Mabel Bordoy vendía sándwiches y platos simples que elaboraban con los jamones de producción propia.

“Fueron unos de los pioneros. Hoy estamos felices con el desarrollo de la zona”, dice Fernando Cairo, al frente del restaurante, cuyo salón con capacidad para 220 personas, explota todos los mediodías, abierto hasta las 17 en el kilómetro 13 de la ruta 92, en Vista Flores, Tunuyán, Mendoza.

Entre los turistas que hacen la ruta del vino es una parada obligada (hace poco estuvo almorzando allí la estrella de Hollywood Ewan McGregor), pero también es un favorito de los locales, que hacen los 100 kilómetros desde la ciudad de Mendoza para probar sus manjares y vivir la experiencia completa.

El restaurante se encuentra en un entorno privilegiado: rodeado de viñedos, con los que elaboran sus propias botellas de Malbec (De Tal Palo y de De Tal Astilla), y de una huerta, donde cosechan vegetales y extraen las hierbas para el restaurante.

“El nuestro es un local familiar. Es auténtico, es cálido, la gente se siente cómoda, por eso vuelve”, dice Fernando antes de presentar a la estrella del menú: el Carlos V, un plato agridulce que se elabora con lomo de cerdo, jamón, queso y una salsa de ananá.

También sale mucho el jamón al malbec (“somos los únicos que lo hacemos”, asegura Fernando) o la bondiola rellena con manzanas.

De postre, cotiza alto el flan con crema y un dulce de leche untuoso y espeso. Y no se queda atrás el cheesecake de maracuyá al que Eddie Fitte calificó como “una bendición cordillerana”.

Consejo: antes o después de almorzar, es una buena idea visitar la pequeña bodega y, sobre todo, el secadero de jamones, donde las piezas de cerdo se guardan mínimo un año antes de consumir. “Es nuestra caja fuerte”, concluye Miguel, entre risas.

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Author: Cucinare

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