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El abrelatas, tan obvio como necesario

¿De dónde salió este básico pero indispensable utensilio?

Comer una lata de atún es un proceso que se realiza de forma automática, inconsciente: basta con tirar de la pestaña metálica hacia arriba, y listo. Pero para llegar a este punto de comodidad, mucha agua corrió bajo el puente. Porque el sistema de apertura de latas tiene un desarrollo de más de casi dos siglos. ¿Cómo se inició?

Al igual que muchos inventos, las latas respondieron a una necesidad militar. Napoleón I, hombre brillante por demás, veía la necesidad de aprovisionar a su ejército con alimentos no perecederos y fáciles de transportar, de forma que estableció un premio para aquel que pudiera solucionar ese problema de logística; y fue Nicolás Appert quien desarrolló un frasco de vidrio que se cerraba al vacío con una tapa de corcho y alambre. Posteriormente un inglés llamado Peter Durand reemplazó el cristal por una lata, negocio que llevaron delante de forma masiva sus compatriotas Hall y Donkin.

Esas primeras latas fueron destinadas al ejército británico, aunque también comenzaron a venderse en almacenes, presentaban un serio problema: abrirlas resultaba sumamente complicado. Los fabricantes recomendaban emplear un martillo y cincel, cual escultor, y los soldados recurrían a sus bayonetas e incluso a disparos de fusil para hacerse con el contenido. No era raro que, al comprarlas, los clientes le pidieran al comerciante que se tomara la molestia de abrirlas.

Una primitiva solución apareció en 1855, cuando Ezra Warner patentó lo que sería el abuelo de los abrelatas, una suerte de enorme y filosa horquilla que debía introducirse a la fuerza por el borde de la lata, misión que resultaba peligrosa tanto para el que la realizaba como para los espectadores. Pero fue en 1870 cuando el estadounidense Willian Lyman creó un aparato con rueda y uña cortante, una revolución en ese momento.

En 1925, la empresa californiana Can Star Opener inventó la mariposa que permitía enganchar el envase y girarlo sobre sí mismo, minimizando el riesgo de sufrir un accidente durante la apertura. Y, actualmente, además de los sistemas de apertura que traen incorporados las latas, existen los abrelatas eléctricos que en pocos segundos abren el envase más reacio, un hallazgo que hace apenas unas décadas atrás hubiera sido impensado.

¿Alguna vez te complicó la apertura de una lata?

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