El famoso escritor argentino Ricardo Piglia contó en su novela “Blanco Nocturno” que “los gauchos no comían asado, si no tenían dientes (…) se quedaban enseguida sin dientes y ya no podían masticar la carne. Sólo comían lengua de vaca”.
Aunque parezca mentira, hacia el siglo XVIII en el Río de la Plata había más de 40 millones de vacas que vagaban por el campo en estado salvaje y los gauchos las mataban… ¡sólo para comerse la lengua!
El resto, lo que nosotros hoy aprovecharíamos en su casi totalidad, era desperdiciado y quedaba a merced de los animales carroñeros que andaban por ahí. El ex presidente Domingo Faustino Sarmiento, quien fue testigo del fin de esa época, comentaba que el gaucho “vive de perdices y mulitas; si alguna vez quiere regalarse con una lengua, enlaza una vaca, la voltea solo, la mata, saca su bocado predilecto y abandona lo demás a las aves mortecinas”.
Hoy, la lengua a la vinagreta es uno de los platos más tradicionales de la cocina argentina. Y aunque haya muchos que no se animen a comerla y prefieran un trozo de carne o alguna otra achura, todavía hay quien la prepara en su casa o la pide en el restaurante.
¿Sos de comer lengua?
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