Desde el punto de vista botánico, una fruta es la parte de la planta que contiene las semillas. Así que, en ese sentido, el tomate es una fruta y no una hortaliza, por más que no se coma en el postre, como el resto de las frutas.
Sin embargo, hubo un momento en el que el tomate tuvo que “presentarse” ante la Corte Suprema de los Estados Unidos para confirmar que, efectivamente, era una fruta.
Ocurrió en 1887, cuando en el país se aprobó una ley que creaba impuestos a las hortalizas importadas, pero no a las frutas. Fue entonces que los importadores de tomates se presentaron ante la Justicia para pedir que se los exceptuara de pagar el tributo, ya que era una fruta.
Para conseguir la exención impositiva, los empresarios presentaron testimonios de especialistas y estudios científicos que avalaban su postura. Mientras tanto, el gobierno de aquel entonces defendió su posición a favor del cobro del impuesto alegando que, como el tomate era consumido en ensaladas o como guarnición de comidas saladas, era una hortaliza, ya que no se consumía en el momento del postre como el resto de las frutas.
Sin embargo, el fallo de la Corte Suprema fue categórico y fijó para siempre la postura oficial, aunque el tomate haya tenido que ir a juicio.
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