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Maní: virtudes e historia de una legumbre argentina

Aunque parezca increíble, recientes estudios confirman que esta legumbre nació en territorio argentino. Te contamos todo sobre el maní.

El maní, conocido científicamente como Arachis Hypogaea, es una legumbre como el poroto y la arveja, pero comercialmente se lo considera un fruto seco como las nueces o almendras que proviene de una planta anual cuyas flores son amarillas.

Es un producto que existe en todo el mundo, ya sea en su estado natural o procesado, como el aceite. En 2017 se produjeron 47 millones de toneladas, cifra gigantesca para esta humilde leguminosa que, aunque parezca increíble, todo indica nació en el Noroeste Argentino y sur de Bolivia. Su nombre original (cacahuate), responde al nahuatl “cacao de la tierra”, porque su crecimiento es subterráneo.

Cada cáscara, rugosa por demás, contiene entre una y cuatro frutos envueltos en una fina lámina similar al papel. Cabe mencionar que la Argentina es el segundo productor mundial de maní después de Estados Unidos, producción destinada principalmente para consumo humano, aunque el país es el primer exportador, cuyo maní va a más de 100 países.

Según investigaciones del INTA, “la producción y procesamiento son actividades muy importantes para el desarrollo socio-económico del área manisera, que está concentrada en un 92% en el área central de Córdoba”. Y vale decir que el maní cordobés está considerado el más dulce del mundo, característica que lo hace muy demandado por la industria. Es que el maní argentino tiene características diferenciales en cuanto a calidad, una de ellas es el sabor, determinado por su elevado contenido de azúcares.

El maní se consigue durante todo el año en diferentes formatos, ya sea crudos (estos resultan muy útiles en la cocina) o tostados, así como solos, salados o azucarados. ¿Cómo se eligen? Si uno los compra con cáscara, tienen que sentirse pesados, y hay que evitar las cáscaras que estén manchadas o ajadas. Si están pelados conviene comerlos lo más cerca posible del día de la compra, de lo contrario se pueden poner rancios.

El maní pelado igual puede aguantar mucho dentro de un tupper en la heladera (hasta tres meses), o un año en el freezer. Y, si tienen cáscara, se conservan en un lugar fresco y oscuro por un lapso de entre seis y nueve meses. Son excelentes como copetín o para hacer salsas, y los estadounidenses suelen comerlo como desayuno dentro de una crema que untan con pan.

Según la Cámara Argentina del Maní, el producto es bueno para las mujeres embarazadas ya que aporta una buena cantidad de ácido fólico y vitamina. También es recomendable para los deportistas ya que es una buena fuente de energía. Tanto vegetarianos como veganos pueden encontrar en el maní una fuente de proteínas de origen vegetal, e incluso aquellos que tienen que seguir una dieta hipocalórica encuentran en la leguminosa un alto contenido de fibra que brinda saciedad.

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