Don Julio, la célebre (y celebrada) parrilla de Palermo que, en 2019, fue elegida como uno de los 50 mejores restaurants del mundo por The World’s 50 Best, decidió combatir el coronavirus a su manera. En lugar de mantenerse cerrada durante la cuarentena, la parrilla se reconvirtió en carnicería.
Si bien el salón de Guatemala y Gurruchaga permanece con las cortinas bajas, a 60 metros de allí, donde se encuentra su cámara frigorífica, comenzó a comercializar desde el sábado pasado varios de sus cortes más demandados: entraña, bife ancho, mollejas y salchicha parrillera, todos bajo la modalidad de delivery, un salvavidas al que recurre el sector gastronómico para seguir en contacto con sus clientes durante el aislamiento obligatorio.
“En el local de Gurruchaga hacemos la maduración de las carnes, los embutidos, los chacinados. Es nuestro laboratorio, y desde ahí diseñamos nuestros planes anuales y nuestras innovaciones, pero bueno, ahora es momento de cambiar y por eso están las motos a punto de salir con dos pedidos”, explicó Pablo Rivero, el dueño de Don Julio, en una entrevista con Clarín.
La idea no fue casual, ya que Rivero es nieto de un carnicero de Rosario, por lo que, en cierta forma, también es un homenaje a sus orígenes.
“Este nuevo emprendimiento es para que todos sigamos en el barco. Es momento de equipo, no de salvatajes individuales, y nosotros somos 40 personas en la sala y otras tantas en la cocina, así que ahora colaboramos con la carnicería y mientras hacemos cursos de capacitación, de inglés, de bromatología y de vinos, para estar mejor preparados para cuando volvamos a abrir”, confirmó Rivero.
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