De la foto de un joven Orson Welles tomando mate y con un plato de asado en su mano derecha se tejieron muchas historias. Lo concreto es que el gran director de Hollywood visitó la Argentina en 1942, en el apogeo de su carrera. Lo hizo aprovechando que estaba rodando una película en Brasil por aquel entonces, y su visita tuvo la relevancia de quien es una estrella mundial.
Welles ya había estrenado El ciudadano un año antes, y la fama que había conquistado con su adaptación radial de La guerra de los mundos en 1938 ya se había modificado. Con su historia de Citizen Kane, Welles pasó a ser considerado un enfant terrible por toda la industria cinematográfica.
A pesar de ello, fue con esa aura de estrella que pisó suelo argentino un 20 de abril de 1942 en el aeródromo de Morón, proveniente de Río de Janeiro, donde filmaba un documental de propaganda sobre Brasil, financiado por el gobierno de los Estados Unidos (It’s All True).
Welles fue agasajado en el Teatro Nacional Cervantes, y se reunió con los mejores representantes de la cinematografía nacional de aquella época. Y, entre los programas que le organizaron, estuvo el infaltable asado (en la foto parece una costilla de cordero) con mate y dulce de leche que le brindaron al genial director.
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