El café irlandés debe ser, que duda hay, uno de los productos de cafetería más universales pero a su vez bastardeados. Es raro encontrar un bar medianamente sofisticado donde no lo preparen.
La preparación clásica consiste en una mezcla de café negro caliente, whisky irlandés y azúcar dentro de un jarrito, cubierto de crema de leche. Para hacerlo se vierte una medida de whisky irlandés y al menos una cucharadita de azúcar sobre café negro y se agita hasta que se disuelve por completo. Después se agrega cuidadosamente la crema espesa sobre la superficie del café, hasta lograr que flote una buena capa de la misma. La gracia pasa por tomar la mezcla a través de la crema.
Si bien hay versiones similares en Francia, Alemania y Dinamarca, la preparación del clásico café irlandés data de la década de 1940-1950. No obstante, no hay acuerdo respecto de su origen, ya que algunos atribuyen la creación a un tal Joe Sheridan, jefe de cocina del restaurant y cafetería de la base aérea de Foynes, Irlanda. Parece que, entre los años 1942 y 1943, añadió whisky y crema al café de algunos pasajeros que lo bebían antes de embarcar.
Stanton Delaplane, periodista de turismo del San Francisco Chronicle, afirma que fue él quien trajo el café irlandés a los Estados Unidos después de probarlo en el aeropuerto de Shannon. Según cuenta lo “importó” al Café Buena Vista, de San Francisco, y se empezó a servir el 10 de noviembre de 1952.
También se dice que un hombre llamado Joseph Jackson, que peleó en la Segunda Guerra Mundial, creó la mezcla para estimular a sus compañeros en el frente de batalla, y que, finalizado el conflicto, lo impuso el Hotel Ballybofey del condado de Jackson, en Donegal, Irlanda.
Se puede hacer con un café americano, o un “lungo” hecho en una máquina de espresso. Es ideal que la crema sea batida en el momento, aunque en muchos lugares más permisivos emplean crema en aerosol. Pero cualquiera sea el caso, resulta imperativo que la crema flote sobre el café y no se mezcla con él.
Cucinare conversó con Fernando Iglesias Molli, también conocido por el acrónimo “FIM”,maestro barista de Öss Kaffe. “El irish coffee tiene una particularidad. En la ‘cafetería de especialidad’, se le llama fragancia a los olores que emanan los sólidos, y aromas al encuentro de los sólidos con los líquidos. La característica que tiene el irish coffee es el encuentro del café recién hecho con una onza de, por ejemplo, un buen Jack Daniel’s Bourbon Honey, lo que le da al café un aroma volátil, producto del alcohol del bourbon; es una bebida maravillosa, muy apreciada tanto en los países sajones como en estas latitudes”.
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