Se fue Quino, se fue un grande. Joaquín Salvador Lavado Tejón, humorista sin par, eximio retratista de su tiempo, lector del alma del mundo en que vivió.
Nacido en Mendoza, fue figura de las revistas Rico Tipo y Tía Vicenta. En 1963, para la campaña publicitaria de una empresa de electrodomésticos llamada Mansfield, creó Mafalda, la niña inteligente de abundante cabellera que interrogaba a una sociedad absurda, injusta muchas veces, de rasgos kafkianos.
Y es obligación de este artículo hacer referencia a la omnipresente sopa, que Mafalda tanto detesta. Es curioso, porque en la imaginación de muchas personas la sopa despierta recuerdos entrañables. También se la asocia con los cuentos infantiles, como el de los tres ositos, a pesar de que los platos de cuchara cada vez tienen menos espacio en la cocina contemporánea.
Pero no es el caso de la pequeña Mafalda. ¿Por qué odia la sopa? Es probable que surja como un acto de rebeldía a la imposición de los adultos. ¿Quién no fue amonestado alguna vez por sus padres frente al plato de comida? Esa negación a la sopa (que bien podría haber sido otro plato), es el rasgo de una personalidad contestataria, que se alza contra el orden establecido.
Efectivamente, por allí va la cosa. Durante una entrevista realizada a Quino en 2004 por la BBC, se le preguntó al autor el por qué de la tirria de Mafalda hacia ese plato, y dijo que el odio a la sopa “era una alegoría a los regímenes militares que tuvimos que soportar en esta parte del Cono Sur. Porque todo lo que impone normas estrictas y hay que hacerlo por obligación, quita la libertad y eso es muy desagradable”.
Es una pena, porque para los amantes de la buena comida, hay pocas cosas son mejores que un buen plato de sopa, preparación que acompaña a los hombres desde los albores de la historia. El mismo Aristófanes menciona la sopa de arvejas en su obra Los Pájaros, que se vendía de forma ambulante en las calles de las ciudades-estado helenas.
Muy a pesar de Mafalda, otra de las maravillosas versiones que ocupan el podio es la sopa de cebollas, quien según el premio Nobel de literatura Miguel Ángel Asturias, se caracteriza por “su cetro de pan tostado y su manto de armiño convertido en hilos de queso”.
Una sopa contemporánea a Mafalda, que saltó de la marmita hogareña a los estantes de los supermercados fue la sopa en lata, objeto desangelado y cotidiano que gracias a Andy Warhol alcanzó el rango de obra de arte con la marca Campbell’s.
Pero es seguro que a Mafalda tampoco le hubiera gustado esta sopa no paternalista e impersonal, consecuencia de la avanzada de la industria global y el consumo masivo.
Extrañaremos mucho a Quino y seguiremos contradiciendo a Mafalda siempre y cuando se trate de una buena sopa.
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