En este caluroso verano de pandemia, las bebidas frías a base de café pueden paliar los efectos de la alta temperatura, más aún, como cierre de la copiosa comida de Nochevieja. Y una de las opciones clásicas itálicas para cerrar un ágape de esta naturaleza es el café affogato.
¿De qué se trata? La preparación es muy sencilla: basta con preparar un espresso doble y mojar una bocha de helado de crema de buena calidad, de ser posible.
Esta alianza entre helado y café tiene su historia, que merece ser contada. El helado llegó a Sicilia a través de los árabes, aunque comenzó a tener éxito en el siglo XVII, cuando un florentino llamado Francesco Procopio inventó una máquina de helados para su establecimiento sito en París. La creación viajó rápidamente a Italia, y se hizo tan popular que en 1770 se importó la primera máquina de helados a Nueva York. Se dice que el propio George Washington era tan fanático que la presentó durante un evento.
Por otro lado, a fines del siglo XVII, el café era uno de los principales sabores para el helado, junto con el chocolate. Pero el nacimiento del café affogato es mucho más reciente. De hecho, se extendió en Italia durante la década de 1950, cuando la producción de helados se industrializó y modernizó (hasta la Segunda Guerra Mundial el helado todavía se elaboraba con la nieve almacenada durante el invierno, en profundas cuevas subterráneas).
Las heladerías se hicieron cada vez más comunes en Italia, y se convirtieron en un ícono del Bel Paese. Fue durante esos años cuando los helados comenzaron a mojarse con el café espresso, combinación que se hizo muy popular en Nueva York y en todos los Estados Unidos.
Si bien el postre no perdió su popularidad en Europa e Italia en particular, se desvaneció en los Estados Unidos debido a un señor llamado George Howell, quién inventó el frappuccino, mezcla de helado suave y café, para rendir homenaje al affogato, pero haciéndolo similar a un batido.
Cucinare consultó con Daniele Pinna, sardo el hombre, chef propietario de La Locanda, sobre los tips para prepararlo. “Es muy bueno el que se hace en Cerdeña. Lo ideal es hacerlo en el momento, con helado de Stracciatella, una crema americana con trocitos de chocolate, al que se le vierte un café espresso bien caliente y de buena calidad por los bordes, y se remata con unas gotas de whisky”. Algo que sin duda hay que probar.
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