Con el decreto presidencial que obliga a los clientes de los bares y restaurants a sentarse únicamente en mesas al aire libre, surgió una nueva enemiga de los comensales que tienen que lidiar con las nuevas restricciones a la gastronomía.
A medida que va avanzando el otoño y las temperaturas vayan descendiendo, no solo habrá que lidiar con el frío de las veredas, sino que también hará falta paciencia y pericia para espantar a las palomas que se posen en las mesas, platos y vasos para alimentarse de los restos de comida y bebida.
Las palomas, muchas de ellas transmisoras de enfermedades, están más que acostumbradas a convivir con los seres humanos, algo que no es recíproco, y que resulta más que incómodo en tiempos de pandemia.
Esta situación se da principalmente en los locales de comidas rápidas, donde la atención prescinde de los mozos, quienes sí están atentos a espantar a estas aves en bares y restaurants.
En cambio, en las grandes cadenas de fast food, al ser atendidos en las cajas, en más de una ocasión los empleados no retiran las bandejas con restos de comida que dejan los clientes. Y que son una tentación para las bandadas de palomas que acechan en busca de una papa frita o migas de pan.
¿Ya tuviste que lidiar con las palomas en tu salida a comer?
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