De a poco, el sector gastronómico porteño renace de las cenizas de la pandemia.
Esta vez le tocó reabrir sus puertas al tradicional bar Montecarlo, ubicado en la esquina de Paraguay y Ravignani, en el barrio porteño de Palermo, y que fue frecuentado alguna vez por Ernesto Che Guevara.
Si bien hubo un cambio de dueños, la estética se mantiene, aunque mejorada. Las baldosas en damero se mantuvieron, así como las mesas de madera y las sillas tapizadas en granate.
Pero la gran sorpresa para habitués y vecinos fue que volvieron a colocar las puertas de hierro de la inauguración, en 1922, y que estaban guardadas en un sótano desde hacía varios años.
Asimismo, la tradición de las tazas de café gigantes se preservó, así como la receta del budín de pan de los dueños anteriores, descendientes del fundador. Adentro, todavía sigue flotando el aire de cuando el Che frecuentaba el bar, en sus años jóvenes, antes de lanzarse a la revolución.
La ansiada reapertura llega demorada por la situación sanitaria y los tiempos que lleva cualquier reinauguración, dado que desde fines de abril ya se sabía que Montecarlo volvería a funcionar.
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