Saber cocinar no implica solo preparar recetas bien hechas y deliciosas, también consiste en conocer las técnicas correctas de manipulación de los alimentos.
Y, aunque parezca algo evidente, romper los huevos no es tan sencillo si lo querés hacer bien.
De lo que se trata es de que, cuando lo hagas para agregar el huevo a una preparación, no te pase que partes de la cáscara caigan adentro, o que se te rompa la yema (sobre todo si querés hacer un huevo frito).
Un error habitual es golpear los huevos contra el recipiente donde querés tirar el huevo, o la sartén si lo vas a freír.
¿Por qué no está bien? Porque la cáscara entra en contacto con dicho recipiente, lo que puede provocar contaminación de microorganismos presentes en la parte exterior de la cáscara con los alimentos que estás preparando.
Y, en segundo lugar, si los rompés así, existe el riesgo de que caigan trozos de cáscara adentro.
Por eso, rompelos contra el mármol de la cocina o la mesada que uses para cocinar. Pero no sobre el borde, sino sobre una superficie plana, porque esta es la manera correcta de evitar que se desprendan trocitos de cáscara.
Después, solo tenés que presionar la parte rota de la cáscara hacia adentro, y vas a ver cómo la yema cae sin esfuerzo, y luego la clara, pero eso sí, sin romperse y sin trozos de cáscara.
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