Dice la sabiduría popular que el aleteo de una mariposa en un extremo del mundo puede provocar una tormenta en el otro extremo del planeta.
Esta máxima se aplica a lo que actualmente sucede con la ofensiva rusa sobre Ucrania, que trajo consecuencias impensadas, incluso a la gastronomía.
Porque más allá de la falta de granos ucranianos, hay otro producto que se ve mermando: la mostaza. Y si a esto se agrega un fenómeno aún más grave, que es la sequía que se produjo en Canadá, conseguir un frasco de este condimento va a ser complicado, excepto que se pague a precio de oro.
A raíz de una nota que salió en La Nación, que expuso este problema, es importante clarificar algunas cuestiones.
En primer lugar, hay que aclarar que la mostaza es un condimento que se elabora con las semillas de una planta de la familia de las brassicas. Su nombre deriva de la palabra latina mustum y durante siglos se la usó no sólo como aderezo, sino también como medicamento.
En la actualidad, el panorama es sombrío por la prohibición de las exportaciones ucranianas (cuyos campos tenían grandes cultivos de mostaza), y la falta de agua puso en jaque a Canadá, principal productor mundial, que mermó su producción un 28%.
Leo Merlo, titular de la fabricante argentina Arytza, cuenta su visión del escenario: “A pesar de la guerra en Europa, el gran problema es la sequía en Canadá, ya que manejan un 80% de la comercialización a nivel mundial. Lo que sucede es que hay menos rendimiento y más escasez. Y esto provoco serios problemas a los productores franceses”.
Le consultamos qué sucederá en la Argentina, Merlo dice que “los únicos que hacemos producción primaria acá, tanto marrón como amarilla, somos nosotros. Hoy nos estamos autoabasteciendo y le estamos vendiendo a otras empresas. Pero tanto los precios internacionales como locales se están modificando. Y esto, entiendo, va a seguir, mínimo, durante un año más”.
“Estamos en una crisis que no hemos visto en 25 años”, afirmó a La Nación Christophe Planes, director de ventas Francia en Reine de Dijon, tercer productor francés de mostaza, filial del grupo alemán Develey.
Y agrega: “El precio de las semillas se multiplicó por tres o cuatro, y quizás pronto cinco”.
Finalmente, asegura que “no hay oferta. La escasez es tal que tenemos una disminución potencial del 50% de las semillas. Nuestra producción será, por tanto, de menos 50%”.
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