¿Tiene sentido hablar de un libro de cocina gay? Por supuesto que no, mucho menos en estos tiempos.
Pero hubo un momento en que hablar de ese tópico tenía sentido porque implicaba darle visibilidad a la homosexualidad y el lesbianismo, que hasta ese entonces podía resultar estigmatizantes.
Y ese fue el mérito del chef Lou Rand Hogan, que creó el primer libro de cocina gay.
Hogan aprovechó un momento histórico, la revolución cultural de mediados de la década de 1960, cuando se estableció una poderosa alternativa a las costumbres domésticas heteronormativas de la época.
Los tribunales de aquel entonces derogaron las leyes contra la obscenidad, motivo por el cual los libros y revistas sobre hombres homosexuales y dirigidos a ellos proliferaron como nunca antes.
Así fue como en 1965, la editorial Doubleday publicó The Gay Cookbook, con la autoría de Hogan, obra provocadora, orgullosa y un tanto cursi a sabiendas. La obra está llena de guiños, doble sentido e insinuaciones a la cultura gay, que finalmente despertaba.
Hogan en realidad se llamaba Louis Randall, nacido en Bakersfield (California) en 1910. Tuvo un paso sin gloria por el teatro, y posteriormente como camarero en un crucero de la compañía Matson; durante esos años se familiarizó con los diferentes tipos de cocinas del mundo.
El texto de tapa dice: “Un compendio completo de cocina campy (amanerada), y menús para hombres… o para lo que sea que tengas”.
La obra reúne una buena cantidad de recetas demodé, de estilo escoffieriano, como el cocktail de langostinos. Además del acento puesto en recetas francesas anticuadas, hay otras mexicanas, hawaianas y asiáticas.
El libro tuvo un gran éxito y hoy es una pieza de culto. Hogan posteriormente escribió en algunos medios gourmet, y lanzó una novela temática llamada The Gay Detective, que también tuvo una buena performance.
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