No hay reunión o cumpleaños infantil donde falte un bowl con papas fritas de bolsa, palitos y Chizitos.
Estos últimos, alimento chatarra siniestro, pero amado por chicos y grandes, parece que hubiera estado desde siempre en las góndolas, pero tiene una historia relativamente reciente.
Como buena parte de la moderna industria de la alimentación, los antecedentes de los Chizitos se remontan a la década de 1930, en los Estados Unidos. Allí había una empresa productora de alimento para animales llamada Flakall Corporation.
La empresa contaba con un molino que descascaraba maíz, hasta que un día los trabajadores metieron maíz húmedo, y conjuntamente con el calor de la máquina dio por accidente un producto similar a una bola de maíz inflado.
Un empleado llamado Edward Wilson vio esta suerte de gusanos de maíz que salían de la máquina y decidió llevárselas a casa.
Wilson las sazonó y las convirtió en un refrigerio comestible para humanos, al que llamó Korn Kurls. Posteriormente el producto se perfeccionó y se le agregó polvo con sabor a queso.
Sin embargo, otra historia afirma que los Chizitos fueron creados por la Elmer Candy Corporation, de Nueva Orleans, Louisiana, en el año 1936.
Se dice que un tal Morel Elmer Sr., gerente de ventas de la empresa, llevó a cabo un concurso para dar nombre a este producto, siendo ganador el término “CheeWees”, marca que actualmente se sigue utilizando.
En la Argentina desembarcaron de la mano de la Kellogg’s en la década de 1970.
Como sea, es un pésimo alimento para grandes, pero aún más para los chicos. Según un estudio realizado por investigadores del INTA y la Universidad de Buenos Aires, además de la cantidad de calorías y los altos niveles de sodio, los Chizitos tienen elevados niveles de micotoxinas vinculadas con enfermedades esofágicas y potencialmente cancerígenas.
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Qué hacer con cada producto para preservar su sabor y evitar intoxicaciones.