La comida luego de la victoria de la Selección Argentina en el Mundial de Qatar pudo haber sido una cena de amigos felices cualquiera.
A diferencia de las visitas a los exclusivos restaurantes qataríes que realizaron algunos jugadores durante sus momentos de descanso, el festejo fue sumamente rápido y sencillo, porque esto recién empieza y los campeones del mundo debían emprender el regreso al país para festejar el campeonato del mundo.
Pero la noche del triunfo, ya con un pie en el avión, los encontró reunidos en el predio universitario donde estuvieron concentrados, comiendo milanesas napolitanas con papas fritas, en ocasiones coronadas por huevo frito.
Valga decir que no hay plato más porteño que la milanesa napolitana; según se dice, la misma fue creada en un bodegón lindero al Luna Park, llamado Lo de Napoli.
Los responsables de preparar las milanesas a los campeones fueron Antonia Farías, cocinera que lleva trabajando una década con el seleccionado, y Diego Iacovone, el asador oficial.
Así lo expresó Nico González, que al igual que Gio Lo Celso y Joaquín Correa que también quedaron afuera de la lista definitiva, fueron invitados por la AFA para la celebración.
Lo más distintivo de la noche fue el centro de mesa; no hubo velas, miniaturas ni flores. En su lugar estuvo la Copa del Mundo, el trofeo más deseado, con base de malaquita y oro de 18 quilates, diseño del italiano Silvio Gazzaniga.
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