(Christian Heit)
La creación de los sorrentinos está ligada a una historia de inmigración, amor por la gastronomía italiana y amistad.
Son parecidos a los agnolotti piamonteses, los capeletti de la Emilia Romagna o los famosos tarteletis.
La historia comienza con la inmigración y llegada a Mar del Plata de dos familias. Cada una se estableció por su lado en distintos momentos de principios de siglo XX.
Ambos clanes dejaban atrás Sorrento y se establecían en Mar del Plata para transformarse años después en familias insignes por su legado gastronómico.
Por un lado, la familia Pérsico, responsable de los primeros locales de venta de sorrentinos, primero en Mar del Plata y luego en otras localidades. Incluso llegaron a ciudades como Tandil, Córdoba e increíblemente Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.
La historia señala a Rosalía Pérsico como la “inventora” de los sorrentinos.
Rosalía amasaba la pasta y la cortaba con el filo de un vaso de vidrio (de ahí su afamada forma redonda). Luego la rellenaba con jamón y queso y la cerraba con la ayuda de un tenedor: así nacen los sorrentinos.
Actualmente, Pérsico Sorrentinos continúa vendiendo su pasta emblema en Mar del Plata.
La otra pata del origen marplatense de los sorrentinos hay que buscarla en la familia Vespoli (originalmente Vespolini); también italiana, también emigrada y afincada en Mar del Plata a principios de siglo.
Su zona de influencia es el barrio de La Perla, desde donde aún hoy siguen atendiendo con calidez y hospitalidad en su restaurante/cantina.
La trattoria cuenta con una amplia carta y un plato estrella: los sorrentinos Vespoli de ricota y verdura, y los Don Torcuato de jamón y queso.
La Trattoria Vespoli fue fundada por Don Chiche Vespoli y hoy es un clásico marplatense.
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