La chirimoya es una fruta de forma extraña que se origina en la zona andina de Perú y Ecuador. Ahora también se produce en el norte argentino.
Esta fruta crece en altitudes comprendida entre 1.400 y 2.000 metros.
Tras el descubrimiento de América, fue introducida en Oriente, vía África, por los primeros navegantes españoles. Estos cuando la vieron por primera vez en territorio americano la denominaron “manjar blanco”.
Los principales productores son Argentina, Perú, Australia, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Israel, Sudáfrica, España y Taiwán.
La expansión de esta fruta está muy limitada debido a un reducido número de variedades comerciales y a que la producción se concentra sólo en determinadas fechas.
#. Regula la tensión arterial. Es rica en potasio, lo que, junto a su escaso contenido en sodio, la convierte en una buena aliada de la salud arterial.
#. Fortalece huesos y músculos. Las chirimoyas tienen alto contenido de magnesio que contienen. Una chirimoya pequeña de unos 200 gramos proporciona un 10% del magnesio que se precisa al día.
#. Combate la anemia. Esta fruta es una buena aliada para combatir la anemia. 200 gramos de chirimoya aportan un 8% del hierro que se precisa al día, y como además contiene vitamina C, la absorción del hierro se ve potenciada.
#. Favorece la digestión. Las chirimoyas contienen enzimas digestivas y cantidades de fibra soluble suficientes para mejorar nuestra digestión y proteger la flora intestinal.
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