Las hojas verdes son imprescindibles en cualquier cocina ya sea para ensaladas, guarniciones o como base para platos más elaborados. Sin embargo, en verano, cuando el calor se intensifica, mantenerlas frescas puede convertirse en un desafío. Nadie quiere encontrarse con hojas marchitas o deshidratadas al abrir la heladera sino conservar su textura crujiente, su color vibrante y aprovechar al máximo su sabor y sus nutrientes.
La clave para prolongar la frescura de las hojas verdes radica en su almacenamiento y en cómo se manipulan desde el momento de la compra. Es importante seleccionar aquellas de mejor calidad, evitando las que ya presentan señales de deterioro, como manchas marrones o bordes secos. Además, la hidratación y la circulación de aire adecuada son factores determinantes para preservar su frescura. Por último, pequeños trucos caseros pueden marcar una gran diferencia a la hora de extender su vida útil.
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