La soda es un emblema argentino que se ganó su lugar en las mesas de todo el país, desde los bares de barrio hasta los restaurantes más refinados.
Su historia se remonta al siglo XIX, cuando los inmigrantes europeos trajeron la costumbre de consumir agua carbonatada. Sin embargo, fue en Argentina donde la soda se convirtió en un ritual: la clásica botella de vidrio con sifón metálico marcó a generaciones y sigue siendo un símbolo de la cultura gastronómica nacional.
Más allá de acompañar el vino o el tradicional “Gancia con soda”, la versatilidad de esta bebida permite su uso en cócteles refrescantes y ligeros.
Su efervescencia potencia sabores y texturas, logrando combinaciones equilibradas sin recargar el paladar. Además, su bajo contenido calórico la convierte en una opción ideal para quienes buscan tragos livianos sin perder intensidad en el sabor.
#. Americano argentino. Un clásico que combina amargor y frescura. En un vaso con hielo, servir 30 cc de vermut rojo y 30 cc de Campari. Completar con soda bien fría y decorar con una rodaja de naranja.
#. Gin con soda y pomelo. En un vaso alto con hielo, verter 50 cc de gin y el jugo de medio pomelo rosado. Agregar un dash de almíbar simple y completar con soda. Decorar con una rodaja de pomelo y hojas de romero.
#. Fernet Spritz. Una versión burbujeante del clásico fernet con cola. En un copón con hielo, mezclar 40 cc de fernet, 20 cc de almíbar de miel y 30 cc de jugo de limón. Completar con soda y decorar con una rodaja de limón.
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