En los últimos años, los alimentos fermentados ganaron popularidad gracias a sus beneficios para la salud digestiva. Entre ellos, el kéfir y el yogur destacan como dos de las opciones más elegidas.
Ambos son productos lácteos que atraviesan un proceso de fermentación, lo que les otorga sus características probióticas y su particular sabor ácido. Sin embargo, a pesar de sus similitudes, tienen diferencias clave que vale la pena conocer.
El kéfir, aunque menos conocido que el yogur, tiene una larga historia y se cree que su origen se encuentra en las montañas del Cáucaso, donde se consumía como un alimento esencial para la salud.
Se trata de una bebida fermentada con un perfil probiótico más complejo que el del yogur, lo que lo convierte en una opción interesante para quienes buscan mejorar su flora intestinal. Además, su textura más líquida y su leve efervescencia lo hacen único dentro de los lácteos fermentados.
A la hora de elegir entre kéfir y yogur, es importante conocer qué los diferencia y qué aporta cada uno al organismo. Si bien ambos son saludables y ofrecen microorganismos beneficiosos para la digestión, su proceso de elaboración, textura y contenido probiótico varían notablemente.
El kéfir es un producto lácteo fermentado que se obtiene mediante la acción de un cultivo de microorganismos conocido como “nódulos de kéfir”.
Estos nódulos contienen una combinación de bacterias probióticas y levaduras que transforman la leche en una bebida espesa, ligeramente ácida y con un toque efervescente.
Se cree que su origen se encuentra en la región del Cáucaso y es valorado por sus beneficios para la salud intestinal.
#. Fermentación y microorganismos: mientras que el yogur se fermenta con bacterias específicas como Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus, el kéfir contiene una mayor variedad de bacterias y levaduras, lo que lo hace más complejo en términos probióticos.
#. Textura y sabor: el yogur es más cremoso y suele tener un sabor más suave, mientras que el kéfir es más líquido, ligeramente ácido y puede presentar una leve efervescencia debido a la fermentación de las levaduras.
#. Proceso de fermentación: el yogur se fermenta generalmente durante unas horas a una temperatura controlada, mientras que el kéfir necesita entre 12 y 24 horas y se fermenta a temperatura ambiente.
#. Beneficios para la salud: ambos productos son buenos para la flora intestinal, pero el kéfir tiene una mayor diversidad de microorganismos beneficiosos, lo que puede potenciar su efecto probiótico.
#. Lactosa: debido a su proceso de fermentación, el kéfir contiene menos lactosa que el yogur, por lo que suele ser mejor tolerado por personas con sensibilidad a este azúcar.
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