El 13 de mayo se celebra el Día Mundial del Cóctel, una fecha que conmemora la primera vez que apareció la palabra “cocktail” impresa en un medio gráfico.
Fue en 1806, en el diario estadounidense The Balance and Columbian Repository, donde se la definió como una mezcla estimulante de bebidas alcohólicas, azúcar, agua y bitters.
Desde entonces, esta práctica evolucionó desde simples combinaciones de ingredientes hasta convertirse en una forma de arte que involucra técnica, creatividad y una fuerte identidad cultural.
Hoy, más de dos siglos después, el cóctel no sólo sigue vigente, sino que vive una nueva era dorada. En Buenos Aires, la coctelería crece con fuerza: surgen nuevas barras, se revalorizan ingredientes locales y aparecen propuestas que borran los límites entre cocina y coctelera.
Para conocer las tendencias actuales, desde Cucinare consultamos a tres referentes de la escena porteña.
Para Mona Gallosi, dueña y bartender de Punto Mona en el barrio porteño de Chacarita, la clave del momento está en el equilibrio entre vanguardia y tradición.
“Claramente los clásicos vuelven a estar en auge. Se empieza a retomar la época dorada de la coctelería: los Martinis, los Old Fashioned, los Sazerac, el Penicillin están muy de moda”, asegura. Al mismo tiempo, señala que las técnicas contemporáneas como el fat wash, la clarificación y el uso de cristalería específica elevan la experiencia sin necesidad de decoraciones excesivas. “La tendencia actual combina innovación, vanguardia y respeto por los clásicos”, resume.
Desde Mixtape, el listening bar de Belgrano, Pablo Pignatta también destaca esa dualidad como parte del espíritu de época. “Convivimos con múltiples tendencias. Una es la ultra técnica, con procesos que rozan lo científico. Pero también surge una contracorriente: el regreso a los clásicos, aplicando toda esa tecnología para potenciar recetas tradicionales”, explica.
Para él, la coctelería dejó de ser una rama menor de la gastronomía: “Hoy está a la par de los grandes chefs y Buenos Aires forma parte de esa conversación global”.
Flavia Arroyo, jefa de barra de CIMA, el rooftop de ORNO en Palermo, aporta una mirada sensible al fenómeno. Para ella, el crecimiento de la coctelería va más allá de la creatividad: “Hoy siento que se busca mucho más que un cóctel, es la experiencia que ofrece el mismo. Cuando vas a un bar, querés sentir comodidad y cuidado”. En ese marco, menciona la consolidación de los mocktails y tragos de baja graduación, un reflejo de consumidores más atentos al bienestar sin resignar sabor ni complejidad.
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