Del viernes 11 al domingo 13 de julio, el Gimnasio Municipal de Berisso volverá a ser sede de una de las celebraciones más emblemáticas de la región: la Fiesta del Vino de la Costa. En su edición número 22, este evento reúne a productores, vecinos y visitantes de toda la zona para rendir homenaje a una tradición vitivinícola profundamente arraigada en la identidad local.
Organizada por la Secretaría de Producción del Municipio de Berisso, la Cooperativa de la Costa y distintas facultades de la Universidad Nacional de La Plata —Ciencias Agrarias y Forestales, Ciencias Exactas y Trabajo Social—, la fiesta celebra tanto los saberes populares como los desarrollos científicos que apuntalan el trabajo de las familias productoras.
A lo largo de tres días, el público podrá disfrutar de una amplia variedad de actividades: concursos de Vinos Caseros y de la Costa, competencias de mermeladas —de ciruela, tomate, higo y versiones gourmet—, visitas guiadas a viñedos y a la planta elaboradora de la Cooperativa de la Costa, además de una feria de saberes.
También habrá espectáculos musicales en vivo, puestos gastronómicos y una feria con artesanos y emprendedores de Berisso, Ensenada y otras localidades vecinas.
El evento representa una oportunidad única para conocer de cerca la producción del tradicional vino de la costa, elaborado con uvas Isabella, y para disfrutar del intercambio entre productores, investigadores y visitantes.
El denominado “vino de la Costa” es elaborado a partir de la uva chinche, también conocida como Isabella o uva americana, este vino nació en las quintas de Berisso gracias a los inmigrantes italianos y portugueses que llegaron a fines del siglo XIX y principios del XX.
En aquellas familias, hacer vino casero era una práctica cotidiana que acompañaba las reuniones y los asados, una forma de mantener vivo el lazo con la tierra y las costumbres del viejo continente.
Durante décadas, su producción fue doméstica y artesanal, destinada al consumo familiar o barrial. Pero su existencia fue desafiada por una decisión política que cambió el rumbo de la vitivinicultura en el país: en 1959, la sanción de la Ley General de Vinos limitó la producción a las uvas Vitis vinifera y excluyó las variedades americanas, como la Isabella.
Esto condenó al vino de la Costa al olvido, reforzado por las crecidas del Río de la Plata y la expansión industrial que absorbió a muchos de sus productores tradicionales.
Recién en 2013, tras años de resistencia, el Instituto Nacional de Vitivinicultura reconoció oficialmente el carácter regional del vino de la costa y permitió su producción con uva chinche en Berisso y Avellaneda.
Esta conquista fue posible gracias al trabajo articulado entre productores locales, el municipio y la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLP, que defendieron la singularidad de este vino frente a décadas de prejuicios.
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