Enclavada en el corazón de la provincia de Buenos Aires, Tandil ofrece mucho más que postales de sierras onduladas y fragmentos nostálgicos de la Piedra Movediza.
En los últimos años, esta ciudad se consolidó como un destino agroalimentario de primer nivel, con el queso como protagonista absoluto.
Mientras se termina de delinear la Ruta del Queso —proyecto que se lanzará oficialmente hacia fin de año—, ya son varios los tambos y fábricas locales que abren sus puertas al turismo con una propuesta irresistible: conocer de cerca el origen de uno de los productos más emblemáticos de la región.
La experiencia, ideal para familias, combina paisajes rurales, actividades participativas y degustaciones inolvidables. Un circuito clásico comienza en el tambo La Juanita, sigue por el almacén de campo 4 Esquinas y finaliza en Tradición Inza.
Tres paradas a menos de media hora del centro de la ciudad, conectadas por caminos de tierra entre girasoles y lomadas suaves que parecen pintadas a mano.
El recorrido arranca en el campo de los Miqueo. Cuatro generaciones sostienen el trabajo en La Juanita, un emprendimiento que nació del tambo familiar y, con el tiempo, sumó fábrica y tienda.
Según cuenta Agustina, fue su abuela Dora quien transformó una crisis lechera en oportunidad, elaborando un queso pategrás en un fuentón. El resultado fue tan bueno que en 1978 montaron la primera planta quesera.
Hoy producen más de una docena de variedades, entre cremosos, gouda con albahaca, especiados y clásicos como el sardo o el reggianito. Las visitas guiadas permiten conocer el tambo, la guachera —donde terneros, gallinas y pavos reales conviven—, y disfrutar de un momento de campo junto a llamas de nombres simpáticos: Jacinta, Juanito y Lucero. La experiencia concluye con una degustación frente al estanque, donde se puede probar todo lo que produce Lácteos La Juanita.
A pocos kilómetros, el almacén de campo 4 Esquinas propone otro tipo de experiencia. En un predio con tambo de ovejas frisonas y cabras, la producción quesera es estacional —de agosto a marzo—, pero el almacén permanece abierto todo el año.
En su interior hay una sala-museo con objetos de antaño, desde tocadiscos hasta juegos de sapo, que rinden homenaje a Jorge Somi, abuelo de Julieta Bugna, actual anfitriona.
Aquí las picadas son abundantes, las comidas tienen sabor a campo y los visitantes pueden alimentar a cabritos y corderos con mamaderas. Para esta temporada invernal, sumaron un sendero autoguiado con cartelería y códigos QR que explican el proceso de transformación de la leche en queso.
Los quesos que elaboran Romina Somi y Fabián Bugna son 100% artesanales: hay feta, Halloumi, un morbier de vaca y un original queso florido con pétalos y semillas. También producen yogur, ricota y un “tres leches” con leche de vaca, oveja y cabra.
Frente al almacén de 4 Esquinas se extiende el campo Raíces, de la familia Inza. Aquí, el recorrido cobra una escala mayor: primero se recorren las plantaciones de maíz y alfalfa, luego las zonas de silaje y el biodigestor que alimenta energéticamente la caldera de la fábrica.
El joven Valentín Distéfano guía las visitas con entusiasmo y detalle, explicando cada paso del circuito productivo, desde los corrales de preparto hasta el tambo mecanizado.
La fábrica, visible a la distancia, es donde se elaboran los quesos de la marca Tradición Inza, entre ellos el galardonado queso Tandil, además del reggianito y un nuevo parmesano. Todos se consiguen en Época de Quesos, un clásico local en el centro de la ciudad.
La Ruta del Queso, aún en etapa de desarrollo, es impulsada por el Cluster Quesero de Tandil, que reúne a más de veinte productores con el respaldo de instituciones como la UNICEN, el INTI y el INTA.
Entre los objetivos inmediatos está presentar oficialmente la Ruta durante la Fiesta del Queso Tandilero, en diciembre, y lograr la indicación geográfica para el queso Banquete, un producto insignia creado hace casi un siglo en la Escuela Granja Doctor Ramón Santamarina.
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