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Un clásico bar porteño sirve café con gaseosa cola: dos baristas opinan sobre la extraña combinación

El nuevo local de Café Paulín ofrece esta bebida y los especialistas ya están divididos entre la celebración y el rechazo.

En pleno Microcentro porteño, un bar emblemático encendió el debate con una propuesta tan audaz como polémica: servir café con Coca-Cola. El lugar en cuestión es Café Paulin, en su flamante versión inaugurada al lado del clásico local de Sarmiento 635, donde apuesto por entregar una variante más moderna del bar clásico que ofrece sus famosos sándwiches que se deslizan por la barra hace más de 35 años.

El revuelo se desató en redes sociales luego de que una influencer mostrara en un reel de la cuenta de Instagram del local cómo preparaban la bebida: café servido en un vaso de vidrio y completado con Coca-Cola fría a gusto del cliente.

La combinación no tardó en viralizarse y desatar reacciones encontradas. Algunos usuarios se mostraron curiosos y con ganas de probarla, mientras que otros pidieron por el regreso de los cafés “de siempre”, con cortado y medialuna.

En el medio, surgió una pregunta inevitable: ¿es una ocurrencia pasajera o una muestra más del espíritu experimental que vive la escena cafetera porteña?

Para entender un poco más, desde Cucinare consultamos a dos referentes del café de especialidad en Buenos Aires. Julieta Zambella, jefa de barra de Brickell Café, celebró la propuesta: “Es buenísimo que se experimenten cosas nuevas. La combinación puede sorprender, tiene chispa y cafeína, lo que es una excelente fórmula para los curiosos”.

Desde su lugar, Julieta también se anima a imaginar otras fusiones: “Una con café, maracuyá y un toque cítrico me tienta mucho. También pensamos en algo con espresso, leche vegetal, mantequilla de maní y cacao amargo. Energía, proteína y sabor”.

Por su parte, Lucas Luján, barista de Muyé, no se mostró tan convencido: “Tiene un sabor demasiado cargado a café para mi gusto. La mezcla genera curiosidad, pero me quedo con algo más equilibrado”. Fiel a una mirada más clásica, prefiere las preparaciones que “respetan el perfil del grano y el método”.

Más allá de las diferencias, ambos coinciden en algo: el público porteño evolucionó. “Cada vez hay más curiosidad, más conocimiento y más paladar. Se disfruta distinto, con intención”, asegura Zambella. Luján lo reafirma: “Cada vez más gente reconoce los matices, pregunta por el origen y disfruta el ritual con conciencia”.

Quizás el café con Coca-Cola no se convierta en una nueva tradición porteña, pero sirve como excusa perfecta para hablar de creatividad, cambio y del rol que cumple el café en nuestras costumbres. Aunque no todos estén listos para brindar con burbujas y espresso, lo cierto es que el café se sigue reinventando.

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