Saltear es una de las técnicas más efectivas para realzar el sabor de verduras o carnes. A simple vista parece fácil -un poco de aceite, fuego fuerte y movimiento constante-, pero lograr que los ingredientes queden dorados y crocantes, sin que se pasen ni se ablanden, requiere entender un principio básico: el calor directo es el protagonista.
Cuando la sartén no está lo suficientemente caliente o se colocan demasiados ingredientes a la vez, el vapor que se libera durante la cocción se acumula y termina generando un efecto de hervor.
En lugar de sellarse, los alimentos se cocinan en su propio jugo y pierden textura, color y sabor. Por eso, para un buen salteado, es fundamental precalentar la sartén hasta que esté bien caliente y trabajar con pocas cantidades por tanda.
También influye el tipo de utensilio: las sartenes de acero inoxidable, hierro o wok son ideales porque retienen y distribuyen el calor de manera pareja. En cambio, las de teflón suelen disiparlo más rápido y no permiten alcanzar el mismo dorado.
La técnica consiste en mover constantemente los ingredientes, ya sea con espátula o con el característico movimiento de muñeca, para que cada pieza tenga contacto con el fondo caliente sin llegar a quemarse.
En cuanto al medio de cocción, alcanza con una fina capa de aceite (de oliva o neutro) para lograr ese dorado que concentra sabor. Y, si se busca sumar profundidad, se puede terminar el salteado con un toque de vino, salsa de soja o jugo de limón, que además ayuda a levantar los sabores del fondo de cocción.
La clave está en controlar el punto justo de cocción: las verduras deben quedar tiernas pero firmes, con bordes apenas dorados y centro aún crocante, mientras que las carnes se sellan rápidamente para conservar sus jugos internos.
El tiempo total suele ser breve -entre 3 y 7 minutos según el ingrediente-, y conviene incorporar los productos en orden de dureza: primero los que requieren más cocción (como zanahorias o carnes) y al final los más delicados (como hojas verdes o brotes). Así se garantiza un salteado parejo, sin exceso de humedad y con un sabor concentrado.
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