Ferroviario, el trago que nació en los andenes y ya es parte de la cultura vermutera nacional

El cóctel, que se transformó en un clásico de pulperías y luego clubes de barrio, lleva fernet y aperitivo rosso.

El Ferroviario es un clásico argentino que surgió en los andenes, entre esperas largas, valijas de cuero y conversaciones de trabajadores que encontraban en ese trago un pequeño ritual cotidiano. Fue ahí, en el ir y venir del ferrocarril, donde la mezcla entre un amargo de hierbas bien plantado y un vermut rojo dulce comenzó a tomar forma.

Una de las historias dice que empezó como una forma de aliviar el cansancio de los maquinistas al final del turno. Otros aseguran que era la manera de entrar en calor mientras se esperaba el tren en estaciones frías, donde el perfume del hierro, la grasa y la madera mojada convivía con el olor a aperitivo recién servido.

Lo cierto es que el Ferroviario se convirtió en el trago de las pulperías, de los bares de barrio, de los abuelos que se juntaban a brindar al caer la tarde.

Su magia está en la simpleza: el dulzor especiado del Carpano rosso que se mezcla con la intensidad herbácea del fernet, coronado con un golpe de soda que lo vuelve más bebible, más social, más de ronda. El equilibrio entre lo dulce y lo amargo es lo que lo hizo tan popular y tan argentino: un sabor que abraza y desafía a la vez.

Con los años, el Ferroviario salió del andén para incorporarse a la mesa del domingo, al ritual del asado y a las previas futboleras. Cada tanto reaparece en cartas de bares que recuperan tragos clásicos, los que forman parte del ADN aperitivo local y que vuelven a tener protagonismo.

Hoy es un trago sencillo, popular y sentimental que conecta generaciones y que nos recuerda que la cultura vermutera argentina nació -y se fortaleció- en los márgenes de la vida cotidiana.


Author: Cucinare

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