Si uno piensa la Costa Atlántica sólo como playa, se pierde la mitad del plan. Porque hay días de viento, de lluvia, de siesta larga, de volver con arena en los pies y hambre real. Y ahí aparece lo que Mar del Plata y la Costa Atlántica saben hacer como pocas: cocinar para quedarse un rato más en la mesa.
Entre clásicos que sostienen décadas, proyectos jóvenes que empujan la escena y lugares donde el producto manda sobre la pose, comer bien también es parte de las vacaciones. Este recorrido no busca exhaustividad ni ránking: es una guía para sentarse, probar, volver y entender por qué, más allá del mar, la gastronomía sigue siendo uno de los grandes motivos para elegir la Costa argentina.
#. Hijos del Mar.
Este lugar, que también tiene sucursal porteña, nació con una impronta costera que se siente apenas se cruza la puerta: un café de especialidad para aflojar, donde la propuesta acompaña ese clima sin estridencias. La carta tiene dulces como alfajores, cookies y tortas, y opciones saladas distintas, como el chipá de queso azul, además de ensaladas y sándwiches para resolver desde un desayuno largo hasta un almuerzo liviano. Todo sostenido por una cuidada selección de cafés.
Strobel 444, San Bernardo.
#. Mima Pizzería.
Se convirtió en una parada obligada para una buena pizza en la Costa: su reconocimiento en el Campeonato Sudamericano de la Pizza 2024 puso en foco un proyecto donde abundan la técnica y la personalidad. Al frente está Miguel Sánchez Vázquez, pizzero de origen cubano que encontró en Miramar el lugar para desplegar una cocina que cruza tradiciones multiculturales.
Su fuerte es la pizza in teglia, trabajada con fermentaciones prolongadas que logran una masa aireada y crocante, pero la carta también recorre versiones de pizza a la piedra contemporánea, clásicos al molde porteño y fugazzeta rellena.
Avenida 9 1414, Miramar.
#. Socarrat.
Socarrat es parte de una nueva camada de restaurantes que vienen a elevar la gastronomía de Miramar con una propuesta sólida y ambiciosa. Inspirado en la cocina mediterránea y en la tradición arrocera española, el proyecto está liderado por el chef Juan Ignacio Juani Kittlein -subcampeón del Mundial de Paellas 2022 en Valencia- y pone al arroz en el centro de la escena, sin descuidar pescados frescos, carnes maduradas y platos a las brasas. Suma tapas, pinchos y coctelería, además de una cava de más de 110 etiquetas.
C. 23 899, Miramar.
#. Demuru.
Al frente de este restaurante está Pedro Demuru, chef inquieto y referente de la zona, que trabaja una cocina honesta, de producto y sin rigideces. En esta nueva etapa, el restaurante recupera su espíritu más familiar y transversal: una carta capaz de reunir en una misma mesa hamburguesas, milanesas, pastas caseras y cortes de carne, pensada para distintos momentos del día y públicos diversos.
Castaño 274, Cariló.
#. Casa Oxalis.
Un proyecto de Fernando Lo Coco, con una cocina donde no hay rutinas ni cartas fijas. Abierta durante la pandemia y a pasos del mar, la propuesta se construye a partir de producto local, muchas veces autóctono, con platos que cambian según lo que aparece y lo que inspira: lechón de campo, patés, huevos con hongos, arroces, y muy buena pastelería. Cocina abierta, contacto directo con el comensal y una sensibilidad artesanal que atraviesa todo, desde el pan servido sobre cortezas de madera hasta la vajilla pensada con barro de la zona.
De las Burriquetas 248, Pinamar.
#. Casa Mar.
Este es uno de los paradores que mejor interpreta la nueva movida de Pinamar Norte: una propuesta de playa relajada. Detrás de la cocina están Lisandro Ciarlotti y Hernán Domínguez, que construyen una carta de mar y sierra donde mandan los pescados, mariscos y arroces –spaghetti con frutos de mar, pesca del día, risotto de calamar- junto a tapas marinas y algunos platos de tierra. Terrazas amplias frente al mar, carpas de inspiración mediterránea y una completa carta de vinos y cócteles: Casa Mar funciona tanto para pasar el día entero con los pies en la arena como para quedarse a comer cuando baja el sol.
Av. del Mar 3335, Pinamar.
#. Griller.
Griller lleva a Cariló una versión bien ejecutada de la cocina americana al fuego. El menú gira en torno a cortes seleccionados -como el ojo de bife Black Angus marinado y cocido a la leña o el costillar de res asado lentamente y laqueado con BBQ-, pero suma también opciones de cerdo, mariscos y pastas. Se completa con una selección de vinos y cócteles artesanales, en un formato ideal para comidas largas después de la playa o cenas relajadas en el bosque.
Castaño 234, Cariló.
#. Lo de Fran.
Lo de Fran explica por qué Mar del Plata sigue siendo la capital del pescado fresco. Detrás está Francisco Rosat, formado en España y Europa, que volvió a su ciudad para cocinar lo aprendido: producto local, mínima intervención y sabores directos. En el puerto, Fran trabaja con pesca diaria, muchas veces de anzuelo, y arma platos simples y precisos, a la parrilla o a las brasas, con apenas dos o tres ingredientes que dejan hablar al mar: chipirones, chernia, mejillones, pez limón o anchoa de banco.
Av. de los Trabajadores 171, Mar del Plata.
#. Sarasanegro.
Sarasanegro es, desde hace más de dos décadas, una referencia absoluta de la cocina de mar en Argentina. El proyecto de Fernanda Sarasa y Patricio Negro se construye sobre una idea tan clara como exigente: cocinar con lo que da el entorno, en su mejor momento. En su salón íntimo del puerto marplatense, los pescados locales -merluzón, chernia, anchoa de banco, lenguado, bonito- se presentan crudos, curados, apenas cocidos o ahumados, en platos donde el producto manda. Tiene además una de las cavas más importantes del país.
San Martín 3458, Mar del Plata.
#. Tiki Bar.
Tiki Bar es, desde hace más de una década, un clásico de la noche marplatense y el primer bar tiki del país. Creado por el bartender Matías Merlo, el proyecto es puro imaginario hawaiano con guiños locales en su carta de cocktails de autor. Entre los más pedidos aparecen creaciones que homenajean a la ciudad -como El Pato de Mogotes, Julep de la Rambla o El Faro- servidas en icónicos tiki mugs de cerámica que se volvieron souvenir.
Leandro N. Alem 3690, Mar del Plata.
Una parrilla todoterreno, funciona para distintos planes y apetitos, con una carta amplia con achuras, cortes clásicos y platos contundentes para compartir. Riñones, chinchulines y mollejas conviven con tiras de asado, vacío, bife de chorizo u ojo de bife, además de opciones como bondiola marinada o entraña. Entre los hits de la casa aparece la Milanesa Mandinga -de bife de chorizo, con pomodoro, provolone, tomates confitados y pesto-, pensada para ir al centro de la mesa.
Olavarría 3060, Mar del Plata.
Trattoria Napolitana Véspoli es un clásico de Mar del Plata y leyenda viva de la gastronomía italiana en la Costa Atlántica. Fundada en 1972 y considerada la primera sorrentinería del país, mantiene viva una tradición familiar donde las pastas caseras, especialmente sus famosos sorrentinos rellenos de jamón y queso, son el corazón de la experiencia, servidas con salsas hechas al momento. El lugar suele estar lleno y es mejor reservar porque su historia, hospitalidad y cocina clásica siguen convocando tanto a marplatenses como a turistas.
3 de Febrero 3158, Mar del Plata.
Desde 2016, Esteban Borione y Coca Damiani construyen una propuesta de alta cocina, pero amable: producto de cercanía tratado con técnica y una carta acotada que se renueva con el calendario. Hay entradas para abrir el juego, carnes, pastas, arroces y una presencia sostenida de pescados y mariscos locales, además de postres sorprendentes. En un ambiente cálido, la atención y los detalles pesan tanto como el plato.
Castelli 2720, Mar del Plata.
#. La Mercceria.
La Mercceria es un proyecto atravesado por la memoria y el detalle, donde la gastronomía funciona como excusa para contar una historia familiar. Inspirado en la mercería de la abuela Hilda, el espacio, repleto de máquinas de coser antiguas y guiños textiles, propone una carta bajo el lema “vermú, focaccia e dolce”, con focaccias armables al gusto, versiones sugeridas que homenajean recetas de abuelas y una tortilla de papas que ya es emblema. Con precios accesibles, La Merccería se volvió un punto de encuentro cotidiano, de esos a los que se vuelve por el clima, los sabores y la sensación de estar en una reunión de primos.
San Luis 2998, Mar del Plata.
Una hamburguesería que juega a favor de lo simple y efectivo, con una carta ordenada por estilos que permite elegir según el hambre y el momento. Hay hamburguesas clásicas, versiones actuales, dobles bien contundentes, especiales con combinaciones más cargadas y opciones livianas para quienes buscan algo más equilibrado, siempre con la carne como protagonista.
Alvarado 2621, Mar del Plata.
#. Chicago Burgers.
Chicago Burgers suma otra opción al circuito hamburguesero de Mar del Plata con una carta directa pensada para distintos gustos. Hay combinaciones clásicas con carne, cheddar y bacon, versiones con cebolla caramelizada y alioli, y también una alternativa veggie con medallón NotCo, pan de remolacha y vegetales frescos. Todo se apoya en panes bien elegidos -de batata o remolacha- y salsas de la casa.
20 de Septiembre 538, Mar del Plata.
La Paloma se apoya en uno de los acantilados más icónicos de Mar del Plata para construir una propuesta que dialoga de frente con el paisaje. Frente al mar y con espíritu de playa, la cocina acompaña con platos frescos y bien resueltos: tostones de masa madre, ceviches, ensaladas completas y arroces cremosos de mariscos conviven con una selección de cervezas artesanales desarrolladas por el lugar. Al aire libre, con el sonido del mar como telón de fondo, en un espacio que celebra la vida costera.
Olavarría 3063, Mar del Plata.
#. Hops Playa.
Hops Playa es la versión más playera y descontracturada del universo Hops, pensada para vivir el día completo frente al mar. Ubicado en la zona norte, el espacio combina cerveza artesanal propia con una carta de platos elaborados, licuados y jugos détox que acompañan el ritmo de playa. Entre partidos de vóley o fútbol tenis, pruebas de equilibrio en el slackline y música en vivo al atardecer, Hops Playa funciona como punto de encuentro relajado.
Av. Félix U. Camet 1500, Mar del Plata.
#. Kersen.
En Mar del Plata, el foco está puesto en el café bien hecho, ya sea un espresso clásico, un buen filtrado o incluso en lattes saborizados. En Kersen, a eso se suman opciones pensadas para desayunos largos, meriendas y brunch, con platos simples que acompañan de manera correcta. Cerca de Playa Grande y con otras dos sedes en la ciudad, Kersen es siempre parada confiable.
Garay 1755, Mar del Plata.
#. Chica Coffee.
Chica Coffee es una de las piezas clave del desembarco del café de especialidad en Mar del Plata. Detrás está Dana Grisolia, maestra tostadora formada en Barcelona, que abrió en Playa Grande la primera tostaduría al público de la ciudad. Acá el foco no está solo en la taza sino en todo el proceso: orígenes cuidados, tueste propio y una lógica de microtostaduría donde cada grano se trabaja con tiempos y reposos precisos antes de llegar al cliente. La propuesta se completa con espresso, métodos de filtrado, café frío y una carta breve para desayunos, meriendas o brunch.
España 2234, Mar del Plata.
#. Folc Coffee.
En Folc la carta recorre desde clásicos como espresso, flat white y capuccino, así como también propuestas de brunch y almuerzos livianos que funcionan como extensión natural de la taza: tostadas y yogur con granola para arrancar, avocado toast, huevos en distintas versiones, bagels, grilled cheese y opciones veggie para el mediodía. A eso se suma una pastelería amplia, con medialunas, croissants, rolls, alfajores y cookies que acompañan.
San Martín 2927, Mar del Plata.
ATC es una cafetería de especialidad con carta amplia pensada para ir más allá del café rápido. Trabajan con granos de Coffee Town -disponibles también para llevar en grano o molidos- y una oferta que recorre desde espresso y ristrettos hasta cafés fríos como espresso tonic o cold brew. Se suman desayunos y meriendas para compartir, brunchs, wraps, ensaladas y opciones dulces.
Rawson 2025, Mar del Plata.
#. Pedrito Pizzería.
Pedrito es parte viva de la historia marplatense. Abierta desde comienzos de los años 50 en una casa de esquina con vista al mar, nació cuando la zona estaba casi desierta y se sostuvo gracias a una cocina simple y generosa. Fundada por Pedro Vento y hoy a cargo de su nieto Esteban Vento, conserva el espíritu original: horno histórico, proveedores de toda la vida y una relación de confianza con sus clientes. El salón, lleno de recuerdos, y una pizza que no persigue modas sino continuidad explican por qué Pedrito sigue siendo un punto de referencia.
Salta 301, Mar del Plata.
#. Da Filippo.
Da Filippo se ganó el lugar de favorita entre los fanáticos de la pizza napolitana por una propuesta fiel al estilo con masa elástica, fermentación cuidada, bordes bien inflados y cocción a horno a leña. Los toppings siguen la lógica italiana, con ingredientes clásicos y combinaciones donde el equilibrio manda.
Bernardo de Irigoyen 3983, Mar del Plata.
#. Rabona.
Rabona fue pionera en traer a Mar del Plata una pizza de corte italiano bien definida con masa finita y crocante, borde grueso y muzzarella de primera calidad. Para afinar esa identidad llegó desde Italia el maestro pizzero Alessandro Giordano, responsable de una técnica que marcó diferencia en la ciudad. Pizzas tradicionales, otras hechas con masa de chipá, todo custodiado por una interesante barra de cervezas artesanales en canilla.
Córdoba 3502, Mar del Plata.
#. Hell’s Pizza.
Hell’s Pizza trae a Mar del Plata el espíritu neoyorquino de la pizza by the slice: porciones grandes, masa fina y flexible. En la carta conviven opciones como pepperoni o napolitana con combinaciones más cargadas -cheddar, bacon, cebolla morada, sriracha- y versiones que juegan con provolone, burrata o salsa ranch.
Castelli 1398, Mar del Plata.
#. FaroNorte.
FaroNorte es una rareza virtuosa dentro de la gastronomía local: un restaurante de pescados que se autoabastece exclusivamente a través de pesca artesanal y una huerta biodinámica propia, sin proveedores externos. Ubicado en la zona sur de Mar del Plata, a pocas cuadras del mar, el proyecto de Giorgio Benedetti que se unió a Proyecto Pescado propone una cocina de producto extremo, donde cada pieza llega del agua al plato con mínima manipulación. No hay pescados de cultivo ni especies industriales: se cocina lo que da el día y la costa, acompañado por una de las colecciones de vinos más singulares del país.
Sánchez de Bustamante 3548, Mar del Plata.
#. Las Cuevas.
Las Cuevas propone una cocina plant based sabrosa y bien armada, lejos de la idea de “comer liviano” como resignación. La carta recorre picadas con hummus, escabeches y croquetas de tofu, samosas y taquitos de maíz sin gluten, platos más contundentes como falafel al plato o en roll, y una hamburguesa vegetal que funciona como opción central. Todo se completa con postres veganos, como alfajores de nuez, barras de chocolate.
Calle 0 y 699, Mar del Plata.
#. Lo de Tata.
Con más de catorce años de recorrido, el proyecto de Lisandro Ciarlotti trabaja con producto local como eje (pescados que llegan directo de pescadores de la zona, servidos enteros y sin artificios) y una cocina que no busca disimular sabores sino resaltarlos. Redes, manteles a cuadros y un clima de cantina acompañan una propuesta simple y precisa, hecha como en casa.
La Rioja 3098, Mar del Plata.
#. Dinette Café.
Dinette es el proyecto personal de Sabrina Miossec, pastelera francesa formada en la escuela Ritz Escoffier de París que eligió Mar del Plata como lugar para vivir y cocinar. Definido por ella misma como un petit bistrot français, el espacio tiene café, platos salados y una pastelería impecable donde brillan croissants, pains au chocolat, chaussons aux pommes y macarons. En salón y terraza también aparecen sopas, croques, tablas de quesos y ensaladas.
Alvarado 1702, Mar del Plata.
#. Fichín.
Fichín es un refugio que cobra sentido cuando el plan de playa se cae: un salón de juegos que resiste al paso del tiempo en pleno centro y propone un viaje directo a la era de los fichines. Máquinas clásicas como Mortal Kombat, Pac-Man, Tetris, flippers y juegos de carreras conviven con metegoles, mesas de pool y las infaltables “cascadas” de monedas, en un espacio que funciona casi como museo vivo de la cultura arcade, con cocktails de por medio, claro.
Rawson 2019, Mar del Plata.
#. Little Ofelia.
Little Ofelia es el proyecto de Sofía Amalfitano, una pastelera formada a fuerza de curiosidad, oficio y memoria familiar, con raíces en la histórica cocina de Chichilo. Nacido casi como un hobby y consolidado en plena pandemia, el local se convirtió rápidamente en referencia gracias a una pastelería bien hecha, equilibrada y con una variedad poco habitual en la ciudad. El fuerte son los éclairs -delicados y precisos-, pero también aparecen clásicos de herencia italiana como la torta de la nonna, rogeles, tortas frutales, cheesecake, pavlova y opciones sin TACC.
Matheu 334, Mar del Plata.
#. Restaurant Sur.
Sur es uno de esos bodegones marplatenses que construyeron su lugar con constancia y una cocina reconocible. Con más de dos décadas de trayectoria en la ciudad, su carta gira alrededor de los sabores del mar, con platos clásicos que no fallan: gambas al ajillo, pulpo a la gallega, cazuelas y pescados bien tratados, donde la frescura del producto es el eje.
Alvarado 2763, Mar del Plata.
#. Asian Ghetto.
Asian Ghetto vino a ocupar un lugar que hasta hace poco no existía en Mar del Plata: el de una cantina de street food asiático con identidad propia. Ubicado en el polo gastronómico de Chauvin, el pequeño local propone platos inspirados en distintas capitales de Asia, pensados para comer al paso pero con mucha cocina detrás. Detrás del proyecto están el chef Nicolás Varela y la sommelier Victoria Ortemberg, responsables de una carta donde mandan los dumplings, spring rolls, baos, woks y un ramen de caldo profundo y noodles caseros que ya es emblema.
San Lorenzo 2991, Mar del Plata.
#. Il Calabrese.
Una heladería artesanal de raíz italiana donde el helado funciona como relato, oficio y compromiso con el producto. Fundada por Pablo Commisso, formado desde muy joven junto a maestros italianos, la propuesta se sostiene en helados 100% naturales, elaborados sin conservantes ni colorantes y con materias primas agroecológicas de la región. En su mostrador conviven clásicos impecables como vainilla, chocolate y dulce de leche con sabores estacionales e inesperados que reflejan curiosidad y técnica, desde frutilla con hierbas hasta combinaciones vegetales poco habituales.
Córdoba 3556, Mar del Plata.
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