6 claves que tenés que conocer antes de cocinar en un horno de barro

Carnes, vegetales y panificados, todo sale de 10 si seguís ciertas recomendaciones.

Cocinar en un horno de barro es un ritual que conecta con lo ancestral: el fuego, el ladrillo y la paciencia se combinan para dar como resultado sabores únicos, texturas irresistibles y un aroma inconfundible que recuerda a lo casero.

Sin embargo, para lograrlo, es clave conocer ciertas pautas que marcan la diferencia, tanto si vas a preparar carnes como vegetales, pizzas, o panes. Van 6 tips para cocinar en hornos de barro o material.

1. El caldeado es la base de todo.

Antes de empezar a cocinar, el horno de barro necesita tiempo para alcanzar la temperatura adecuada, de 270° a 350°. Esto se logra encendiendo un buen fuego con leña seca y manteniéndolo vivo el tiempo suficiente para que tanto las paredes como el piso acumulen calor. Una señal clara de que llegó al punto justo es cuando la bóveda interna se torna blanca. Saltarse este paso suele terminar en piezas quemadas por fuera y crudas por dentro, porque el calor no se distribuye de manera pareja.

2. Aprender a leer la temperatura.

No siempre hay un termómetro a mano, pero existen formas de intuir el calor que guarda el horno. Un papel que se enciende rápido o unas gotas de agua que se evaporan al instante sirven como guías. Las altas temperaturas son perfectas para sellar carnes, dorar pizzas o lograr panes crocantes. Cuando el calor baja, el horno se convierte en un aliado para preparaciones más largas y suaves, como vegetales asados lentamente o guisos que necesitan tiempo para concentrar sabor.

3. Ubicar cada alimento en el lugar correcto.

No todos los ingredientes se comportan igual ante el fuego. Las piezas grandes de carne, como un lechón o un pollo entero, conviene colocarlas primero, aprovechando el calor más intenso del piso. Los vegetales, en cambio, funcionan mejor en fuentes ubicadas en zonas donde no reciban el golpe directo de la brasa. Los panes y pizzas requieren un piso bien caliente y un entorno parejo para crecer y dorarse de manera uniforme. Conocer estas diferencias ayuda a sacar el máximo provecho de cada cocción.

4. Mantener la humedad adecuada.

El horno de barro tiende a ser un ambiente seco y, si no se toma recaudo, los alimentos pueden resecarse. Para las carnes, conviene marinarlas con anticipación o rociarlas durante la cocción. Los panes agradecen masas bien hidratadas y, a veces, un recipiente con agua dentro del horno ayuda a generar vapor y asegurar una miga aireada. En el caso de los vegetales, cubrir la fuente con papel aluminio durante los primeros minutos puede evitar que se quemen los bordes antes de estar tiernos por dentro.

5. Aprovechar el calor residual.

Una de las grandes virtudes de estos hornos es su capacidad de retener calor durante horas. Saber organizar el orden de cocción es clave: primero entran los alimentos que necesitan más temperatura y tiempo, como carnes grandes. A medida que el horno va perdiendo intensidad, es el momento de sumar panes, vegetales o preparaciones delicadas. Este aprovechamiento escalonado permite armar un menú completo sin desperdiciar energía ni encender nuevamente el fuego.

6. Adaptar la técnica según el producto.

Cada alimento tiene sus trucos. Las carnes se benefician de un golpe inicial de calor para sellarse y luego de una cocción más suave para quedar jugosas. Los vegetales requieren cortes uniformes, buen condimento y un ojo atento para evitar que se pasen. Los panificados necesitan fermentaciones bien logradas y un piso que conserve calor constante para asegurar que crezcan y no queden crudos en el centro. Incluso pescados o postres pueden cocinarse con éxito si se respetan las temperaturas bajas del final.


Author: Cucinare

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