Arábica o robusta: diferencias entre las dos variedades de café más consumidas en el mundo

Aroma, intensidad, sabor, algunas de las variantes que cambian entre uno y otro tipo de grano.

Cuando uno va al supermercado y se encuentra con paquetes de café que dicen “100% arábica” o “mezcla arábica y robusta”, la duda aparece enseguida: ¿qué significa eso? La respuesta está en el tipo de grano y, sobre todo, en el sabor.

El arábica (coffea arábica) es la variedad más apreciada en el mundo del café. Crece en zonas de altura, necesita climas templados y un cultivo más delicado. Sus granos son más alargados y su sabor, más suave y complejo, con notas que pueden ir desde el chocolate y la miel hasta la fruta y la flor. También tiene menos cafeína: alrededor de la mitad que el robusta.

El robusta (coffea canephora), en cambio, es más resistente al calor y a las plagas, y se cultiva a menor altitud. Sus granos son más redondos y el sabor, más fuerte, terroso y amargo. Tiene casi el doble de cafeína que el arábica, lo que le da más cuerpo y una crema más espesa al preparar espresso.

En los cafés industriales disponibles para consumo masivo, muchos combinan ambas variedades: el arábica aporta aroma y dulzura, mientras que el robusta suma intensidad y crema. Por eso, un blend con robusta suele resultar ideal para quienes buscan un café más “fuerte” para la mañana o para usar con leche.

Granos en la cafetería de especialidad

En el universo del café de especialidad, la diferencia se vuelve más clara. Los baristas y tostadores trabajan casi exclusivamente con arábicas de origen único, es decir, granos trazables que provienen de una finca o región concreta, con perfiles de sabor definidos según el terroir, el método de beneficio y el tueste.

Esto no significa que el robusta esté descartado: en los últimos años surgió el concepto de fine robusta, una versión de alta calidad cultivada y procesada con más cuidado, que empieza a ganar espacio en algunos blends para espresso.

En resumen, si buscás un café más suave, aromático y con matices, el arábica es tu mejor opción. Si preferís algo más intenso, con más cuerpo y un punto de amargor, el robusta o una mezcla entre ambos puede ser ideal.


Author: Cucinare

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