Rogel, historia de un postre auténticamente argentino

Te contamos el curioso y reciente origen del postre que ya es emblema de la pastelería porteña.

¿Quién se resiste a una buena porción de rogel, ya sea como postre o a la hora del mate? ¿Y qué sabemos de esta torta que nos acompaña desde la infancia? Cuenta el investigador Daniel Balmaceda que, en el siglo XIX, hubo un pastel a base de dulce de leche, creado por una tal Petrona Arias, que fue el antecesor del muy criollo rogel.

Otro antecedente es el del alfajor santafesino, mencionado por el periodista Alejandro Maglione, que lo asimila al rogel, aunque el primero tiene sólo 3 o 4 capas de masa gruesa, cuya receta Doña Petrona describe en uno de sus libros editado en 1949.

Pero el rogel, tal como hoy lo conocemos, tiene una historia más cercana en el tiempo, ya que data de la década de 1960. Resulta que, en 1964, Charo Balbiani hacía una suerte de torta a base de varias capas de masa, inspirada en una vieja receta holandesa, aunque modificada. La pastelera las elaboraba de forma casera en su departamento del barrio de Recoleta para ayudar a solventar la economía hogareña, mientras Ricardo, su marido, realizaba estudios universitarios.

El producto era tan bueno que ambos lo empezaron a vender a confiterías y negocios de comida como La Cárcel, El Ceibal, La Popular y, posteriormente, el Hipódromo de Palermo, entre otros.

El matrimonio ya no es tan joven, pero sigue operando el negocio con el entusiasmo de los primeros días.

Cuentan que, en sus comienzos, hacían la distribución a pulmón, en una especie de cilindros de hojalata que llevaban en colectivo y que tenía por costumbre engancharse en las medias de nylon de los pasajeros… El producto es básicamente una torta de 8 capas de masa realizada a base de yema de huevo, intercaladas con dulce de leche y una cobertura dura de falso fondant, que luego pasó a ser merengue italiano.

Al mismo tiempo, sobre la calle Santos Dumont, en el barrio de la Chacarita, una señora llamada Rogelia preparaba una torta similar llamada Rogel, aunque en la receta empleaba un dulce de leche muy chirle que recubría con grageas de colores. Era una torta que se había hecho muy popular gracias al boca a boca. Sin embargo, no era fácil de comercializar porque, al cortarla, el dulce de leche fluía y complicaba el fraccionamiento.

Rogelia murió y un señor le ofreció a Ricardo Balbiani si no le interesaba comprar las máquinas de repostería de Rogelia (bastante primitivas, por cierto). Fue así que Balbiani se las compró junto con la marca Rogel, que en ese entonces ya tenía prestigio. Con los recortes de masa que sobraban, comenzaron a hacer unos pequeños alfajores similares a la torta, llamados rogelitos.

Finalmente, en 1988 Balbiani registró la marca para su torta de 8 capas de fina masa, preparada con yema de huevo, dulce de leche de alta calidad (según Ricardo, una de las claves del éxito) y merengue italiano. Este es el rogel que comemos hoy en día y que actualmente es elaborado en una planta de Villa Urquiza, un postre auténticamente argentino.

¿Te gusta el rogel?


Author: Cucinare

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