¿Te imaginás tener que hacer fila para conseguir una mesa en un restaurant? Esto puede convertirse en una costumbre si sigue la tendencia de eliminar el sistema de reservas en cada vez más establecimientos. Todavía la mayoría sigue con el sistema tradicional, pero son más los restaurantes que dejan de aceptar las reservas para ahorrarse personal y para evitar las mesas vacías.
Lo de las mesas vacías es una plaga, más en una ciudad como Buenos Aires, donde la gente acostumbra a reservar en más de un lugar y después no avisa cuando no hace uso de la reserva. Para el establecimiento, dificulta mucho más la gestión de las cocinas, y además impide que otros comensales puedan ocupar la mesa.
Algunos restaurateurs afirman que mantener el sistema de reservas les cuesta un 25% a 30% más, porque tienen que asignar personal para esa tarea. En estos momentos en que hay que ajustar mucho los gastos porque los márgenes se vuelven muy reducidos, las reservas puede ser una buena manera de recortarlos.
Y, además, existe un argumento marketinero para eliminar las reservas: la demanda insatisfecha, que hace que los comensales tengan que esperar para entrar al salón. Eso hace que se genere un deseo mayor por ir a comer a ese lugar, aunque cuando la fila supera la hora de espera, también se corre el riesgo de que los que están esperando afuera se cansen y se vayan.
¿Reservás mucho en los restaurantes?
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