



El flan mixto es uno de los postres preferidos de los porteños. No existe bodegón que se precie de tal que no lo tenga en su carta, y son pocos los que todavía se resisten a este plato que es uno de los ejemplos de cómo se amalgamaron a la perfección alimentos originarios de distintos continentes.
El más primitivo de todos ellos es el flan, nacido en la Antigua Roma, aunque en esa época se lo consumía salado. Luego, durante la Edad Media, el “flado” (torta plana en latín medieval) se volvió dulce en Francia y España, y de allí llegó a América traído en los recetarios de los conquistadores españoles.
Pero aquí el flan se sumó a una creación rioplatense como es el dulce de leche, verdadero aporte a la gastronomía mundial, más allá de que se discuta el lugar y momento exacto de su nacimiento. La combinación del sabor suave del flan y del más acentuado del dulce de leche ya era una gran idea hasta que surgió el complemento perfecto para armar esta trilogía.
Había que buscar otro elemento que suavizara un poco más la dulzura del dulce de leche. Y la crema batida, uno de los inventos culinarios más exquisitos de la cocina francesa, fue la solución. El invento surgió en un bodegón (no hay registros de cuál de todos fue) y muy rápido fue adoptado por la mayoría de los porteños. Fue tal el éxito de este postre que incluso se creó hace unos años atrás una ruta temática, “La Ruta del Flan Mixto”, que recomendaba lugares emblemáticos adonde ir a probarlo.
¿Te gusta el flan mixto?
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