El estilo de vida frugal y saludable hace que se dejen de lado algunos postres que, si bien son un poco pesados para digerir, no por ello dejan de ser deliciosos. Un ejemplo son los huevos quimbos, tan característicos de la época colonial. Este dulce, también llamado huevos chimbos, son comunes a otros países de América Latina.
Los huevos quimbo llevan básicamente almidón, huevos, agua y azúcar, aunque se les puede agregar otros ingredientes como almendras tostadas, pasas de uva, canela y cerezas. La clave pasa por batir enérgicamente las yemas a punto letra para luego hornearlas en moldes, esperar que se enfríen, sacarlas y bañarlas en almíbar, azúcar y un chorrito de vino.
Y, al igual que las natillas y el tocinillo del cielo, tiene su origen en los conventos españoles. El crecimiento de los conventos y de la industria de la viticultura en muchas ocasiones ha ido de la mano. En las bodegas, antiguamente se utilizaban las claras de huevo en el proceso de clarificación del vino. Como usaban tantas claras y no sabían qué hacer con el sobrante de las yemas, se tenía por costumbre juntarlas y dejarlas en los conventos vecinos.
Así es como las monjas y frailes disponían de un excedente de yemas de huevo con las que elaboraban postres a base de este ingrediente. También era costumbre que las novias acercaran una canastilla con huevos a los conventos de las hermanas Clarisas a fin de que, el día de su casamiento, tuvieran buen tiempo. Otra prueba más de lo estrecha que es la relación entre gastronomía y religión.
En Buenos Aires se puede comer este postre en lugares como la Pulpería Quilapán o El Federal.
¿Probaste alguna vez los huevos quimbo?
Este plato ya forma parte del ADN gastronómico argentino y cada restaurante intenta innovar en…
El evento es el 3 y 4 de mayo en el Hipódromo de Palermo, con…
Propuestas diversas para disfrutar de un plato clave de nuestra gastronomía.
El cocinero, de amplia trayectoria también en la docencia, pasó por Cucinare y hasta cocinó…
El evento será el 2 y 3 de mayo en San Antonio de Areco. Ideal…
Andrew Huberman trabaja en la Universidad de Stanford y elogia los beneficios de esta planta…