A medida que se acerca el verano, también llega la estación en donde el tomate se presenta en todo su esplendor. Y si bien esta fruta se ha convertido en un producto de consumo durante todo el año, en su variedad más pequeña, el tomate cherry, atrae aún más por su tamaño y versatilidad para utilizar en ensaladas, salsas o, incluso para agregarlo en una picada saludable.
Pero la historia del tomate cherry es la de una “resurrección” (sin ánimo de ofender) vegetal que tuvo lugar hace menos de medio siglo en Israel. Porque si bien el tomate es originario de América (más precisamente lo que hoy es México) y su historia es milenaria, la del consumo masivo de esta variedad fue gracias a la tecnología desarrollada por científicos israelíes entre los años 1970 y 1980, momento en que comenzó la edad dorada de la variedad cherry.
Hasta ese momento, “los tomates cherry no tenían sabor ni vida útil, por lo que no podían convertirse en un producto básico, hasta que Nachum Kedar y yo introdujimos una mejor reproducción para el sabor y vida útil”, cuenta Haim Rabinowitch, científico del Instituto de Ciencias Vegetales y Genética en Agricultura de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Gracias a la investigación de este equipo de científicos, que modificó el ADN de la planta, el tomate cherry empezó a ser vendido de manera masiva en todo el mundo, provocando la revolución en su consumo. Pero no solo eso, su trabajo permitió desarrollar la variedad de tomates cherry en racimo, que se recolectan como uvas, reduciendo los costos y tiempos de cosecha, cuando antes se hacía uno por uno, lo que lo hacía lento y trabajoso.
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