¿Acaso hay un mejor comodín para quitarse el hambre que una porción de noodles instantáneos? Seguramente sí, por ejemplo, un buen omelette. Pero gracias al marketing y al ascendente poder de comercialización que sopla desde Asia, es muy común encontrarse en supermercados y almacenes los vasos con fideos deshidratados listos para comer. Sólo hay que echarles un poco de agua hirviendo, agregarle el saborizante y uno se hace de una vianda en cuestión de segundos.
Atrás de esta sencilla preparación hay mucho esfuerzo y tecnología ya que se crearon gracias al talento de Momofuku Ando, inventor japonés, y fueron comercializados en 1958 por su compañía Nissin, bajo la marca Chikin Ramen. Ando desarrolló el método de producción de fideos instantáneos, desde el proceso de fabricación de fideos, cocción al vapor y sazonado, hasta la deshidratación en calor por aceite, de forma que logró secarlos y brindarles una vida útil más prolongada.
Debido a su precio y novedad, inicialmente Chikin Ramen fue considerado un artículo de lujo aunque al poco tiempo lograron una gran popularidad, especialmente después de ser promovidos por la Mitsubishi Corporation. Inicialmente sólo se consumían el sur y este de Asia pero actualmente lograron integrarse en culturas foráneas.
Pero no todo fue una historia de éxito. Un estudio realizado en 2018 por el investigador gastronómico Ruiyue Hong afirma que en China los fideos instantáneos fueron más populares durante la década de 2000 que en la actualidad. Recientemente, cada vez menos personas eligen comer fideos instantáneos, porque si bien cocinarlos resulta sencillo la gente tiene mayores expectativas y lo ven como un producto escasamente nutritivo y poco saludable.
El Consejo de la Academia de China para la Promoción del Comercio Internacional dijo que “la disminución de las ventas de fideos instantáneos muestra un cambio en los patrones de consumo en el país. Los consumidores están más interesados en la calidad de vida que en llenarse el estómago”.
Ciertamente, los fideos instantáneos distan de ser el mejor alimento. El sobre que los acompaña está hecho a base de sal, azúcar y conservantes, mientras que los fideos son elaborados con harinas refinadas fritas en aceite de palma. Si uno los consume con regularidad no es lo que se dice una dieta recomendable…
En respuesta a esta demanda los fabricantes fueron mejorando el sabor y la calidad del producto, entre otras cosas lanzando fideos a base de fibra y colágeno, bajos en calorías y bajos en sodio. Pero los entendidos afirman que es “gatopardismo culinario”, en el cual cambian algo para que nada cambie.
¿Te gustan los fideos instantáneos?
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