Después de negar el cambio climático, ahora Donald Trump se decidió a negar el impacto de la comida chatarra sobre la salud de los estadounidenses. Porque el presidente de los Estados Unidos dio la orden de que se vuelva a servir pizzas, hamburguesas y papas fritas en los comedores de las escuelas del país, una medida que había sido abandonada por Michelle Obama, la esposa del anterior mandatario, quien lideró una campaña nacional para mejorar la dieta y aumentar el ejercicio.
Además, como si fuera una provocación, Trump dio la orden el mismo día del cumpleaños de la antigua Primera Dama, quien se había embarcado en una cruzada para reducir la obesidad infantil.
Esto hará que los colegios no tengan que ofrecer tantas frutas y vegetales en los menúes, lo que les resultaba más caro, aparte de poder reducir la variedad de alimentos frescos que estaban obligados a proveer a sus alumnos.
“Las escuelas y los distritos escolares continúan diciéndonos que todavía hay demasiados desperdicios de alimentos y que se necesita una mayor flexibilidad para proporcionar a los estudiantes comidas nutritivas y apetitosas. Les hemos escuchado y nos hemos puesto a trabajar”, dijo el secretario de Agricultura, Sony Perdue. La medida llega en momentos en que más de un tercio de los adultos estadounidenses y el 20% de los menores de 19 años son obesos.
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