Cath McCall es una británica que se acaba de enfrentar el mayor desagrado de su vida, probablemente. Como suele acostumbrar, esta mujer de 57 años fue a comprar comida preparada a la cadena de supermercados Tesco, en la ciudad de Durham (noroeste del Reino Unido). En este caso, su elección fue un pollo con salsa de tomate, que venía en una bandeja de aluminio, lista para ser calentada en el horno y que le costó el equivalente 5 dólares.
Pero su sorpresa fue mayúscula casi al terminar de comer: entre la salsa y el pollo apareció una rata muerta que, como era de esperarse, le causó una descompostura que le duró medio día.
“Vomité durante 12 horas”, contó McCall, todavía impresionada por la sorpresa que se llevó cuando ya se había comido casi toda la porción y lo que creyó que era un hueso de pollo, en realidad se trataba de una extremidad del roedor.
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