Yolanda Jefferies es una estadounidense que se acaba de llevar el susto de su vida. La mujer encargó por delivery un sándwich de pollo a la cadena de comidas rápidas Chick-Fil-A, pero la clienta se quejó de que el envoltorio no tenía una inscripción que avisara que no se podía calentar en el microondas sin antes quitarle el papel de aluminio.
El resultado fue que su horno explotó, por lo que el microondas quedó arruinado.
“¡Necesito respuestas! ¿Por qué no pusieron una señal de advertencia clara y visible en el envoltorio del sándwich para informar a los clientes de este peligro potencial?”, se quejó en un posteo en Twitter, junto con las fotos del daño causado.
Por lo visto, Jefferies no sabía que no se puede encender un microondas con metales en su interior. Y por eso culpó al restaurant de no advertirle en el envase.
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