Es sabido que en la Argentina se está produciendo una radicalización ideológica que, lamentablemente, empuja a muchos ciudadanos a tomar posiciones extremas.
Es comprensible que esto suceda en política, ya que es parte del juego institucional. Pero cuando estos dogmatismos invaden la vida diaria, se entra en un terreno peligroso.
Es lo que días atrás le sucedió a Nicolás Wiñazki, periodista que desde el diario Clarín y la señal Todo Noticias ha sido protagonista de investigaciones que comprometieron a funcionarios del kirchnerismo y empresarios ligados a ese sector del Peronismo como Amado Boudou, Julio De Vido, Ricardo Jaime, Lázaro Báez y la propia Cristina Fernández de Kirchner.
Wiñazki fue a comer junto a su familia a un restaurant de la localidad bonaerense de Ciudad Jardín llamado Graf Zeppelin, al que acostumbra a concurrir desde muy joven. Según palabras del periodista, cuando quiso ingresar al local el dueño le dijo: “No va a poder ser, o una frase parecida. Me quedé helado porque fui a ese lugar toda mi vida, y me salió del alma decirle: ‘Pero vine toda mi vida’. Y él me dijo: ‘Ya no sos más bienvenido’. Le insistí y me dijo: ‘Ya no te vamos a atender más'”.
Amén del incidente, Cucinare le preguntó a Wiñazki acerca de las bondades del establecimiento: “Por lo que pude ver, cambió su estética. No es el mismo lugar tradicional de comida alemana. Era del estilo de Hermann’s, una bierhaus con mucha madera, y estaba decorado con referencias alemanas, con postales y fotos pegadas en la pared. Fui toda mi vida, y recuerdo especialmente el chucrut y el goulash. Servían una sidra tirada muy rica, y los sábados tocaba una banda de jazz. La gente iba a tomar cerveza, que venía acompañada de mucho maní con cáscara. Pero se ve que no sólo cambió la estética, sino que también cambió el dueño”, afirmó el periodista.
Pero ahora las puertas de Graf Zeppelin están cerradas para el profesional de la comunicación. Es curioso que la casa se reserve el derecho de admisión por cuestiones ideológicas o políticas, cosa que no está regulada en la ley 26.370, sancionada en mayo de 2008, donde asegura “el derecho en virtud del cual, la persona titular del establecimiento y/o evento, se reserva la atribución de admitir o excluir a terceros de dichos lugares siempre que la exclusión se fundamente en condiciones objetivas de admisión y permanencia”.
Pero estos motivos no deben ser contrarios a los derechos reconocidos en la Constitución Nacional ni suponer un trato discriminatorio o arbitrario para las personas, cosa que claramente sucedió en el restobar de Ciudad Jardín.
Es deseo de Cucinare que las bierhaus locales, entre las que se encuentran nombres legendarios como Zum Edelweiss, Bodensee y ABC, sigan haciendo honor a su tradicional hospitalidad que tanto gusta a artistas, literatos, periodistas, y buena parte de la bohemia intelectual, y permita el fructífero intercambio de ideas, sin discriminación alguna, con un balón de cerveza de por medio.
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