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Huevos de codorniz: tips para aprovecharlos en todo tipo de comidas

Te contamos todo sobre un producto que puede revolucionar incluso tus desayunos.

Hace ya un tiempo que se está empezando a ver con más frecuencia huevos de codorniz, sobre todo en las tiendas de delicatessen y en verdulerías cuyos propietarios son peruanos o bolivianos. No es un fenómeno masivo, sino de nicho, pero el observador atento podrá corroborar que esto es una realidad.

Es que si bien para el consumidor el huevo comestible es exclusivamente de gallina (con excepción de los de Pascua), hay otras opciones. Y si bien los huevos de codorniz pueden parecer una excentricidad en a Argentina, en otras partes del mundo como Europa, Asia o América del Norte se consideran un manjar. En la cocina japonesa, por ejemplo, se emplean tanto crudos como cocidos, ya sea para hacer tamago, en sushi y a menudo integran cajas de bento.

En nuestro país a lo sumo se usan como aperitivos, duros, pinchados con un palito, o a lo sumo en algún canapé. Pero en otros países, como en Filipinas les dan un uso más sofisticado. Allí preparan kwek-kwek, parte del street food local, que consiste en huevos de codorniz recubiertos con una masa de naranja elaborada a partir de la mezcla de achiote en polvo, harina y agua, y posteriormente fritos.

En Indonesia, los vendedores ambulantes los venden en pequeñas brochettes, mientras que en Vietnam hacen las veces de maní, ya que suelen acompañar la cerveza al paso.

En la Argentina no hay grandes criaderos, y por lo general son pequeños emprendimientos familiares, pero el negocio de las codornices ponedoras tiene dos fortalezas: además de no requerir mano de obra especializada, son animales precoces y ponen un promedio de un huevo cada 22 horas. Estos huevos son similares en sabor a los de gallina, pero más suaves.

¿Cómo se cocinan estos huevos? Si los querés pasados por agua, en una cacerola con 3cm de agua durante 1 minuto, y si los querés duros, 4 minutos. Si los querés freír, un buen truco para evitar que se rompan es cascarlos sobre un pocillo de café, y de ahí van la sartén.

Y si no se te ocurre cómo comerlos, quedan muy bien encima de una mini hamburguesa, o duros, aderezados con sal de apio y semillas de sésamo, envueltos en panceta. También quedan bien con blinis, ciboulette y crema. O quizás con un revuelto Gramajo en miniatura.

¿Alguna vez probaste huevos de codorniz?

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