Hasta hace unos años, hablar de leche evaporada en Buenos Aires era realmente un tema de especialistas en gastronomía o de personas de origen del norte y oeste de América del Sur.
Colombianos, venezolanos, ecuatorianos, peruanos, bolivianos y chilenos conocen perfectamente para qué sirve, algo que los argentinos comenzamos a aprender gracias a las últimas olas inmigratorias de ese origen.
Pero ahora, oír hablar del Pastel de tres leches, por ejemplo, ya dejó de ser un exotismo para conocer que, en su preparación, se usa la famosa leche evaporada.
¿De qué se trata? Solamente de una leche de vaca a la que se la quitado un 60% de agua. De esta forma, se obtiene una leche concentrada con muchas propiedades nutritivas, pero que no es lo mismo que la leche condensada, a la que se le agrega además una gran cantidad de azúcar. En cambio, la leche evaporada tiene una textura más densa que la leche común y un tenue color amarillento.
¿Para qué sirve? Esa textura permite agregar cremosidad a salsas y cremas o humedecer tortas (como la torta tres leches) y bizcochuelos, sin mojarlos demasiado. La ventaja contra la crema es que la leche evaporada brinda la misma consistencia, pero con un aporte mucho menor de grasa, y más proteínas e hidratos de carbono.
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