Cada vez más gente se anima a cocinar con el disco de arado.
Este accesorio fundamental de la historia de agricultura pampeana fue desde siempre una buena opción para quienes querían cocinar en el medio del campo y no disponían de una parrilla a mano.
Los productores agrícolas que usaban el arado para preparar y remover el suelo en la siembra de semillas descubrieron muy pronto que sus discos en desuso podían servir para cocinar.
Su principal virtud era que se calentaban muy rápido y permitían realizar una cocción pareja. Para ello, solo hacía falta tapar el agujero del medio y agregarle patas y bordes para que se sostuviera sobre el fuego.
¿Qué se puede cocinar con un disco de arado? Su gran superficie da lugar a una variedad de platos, desde guisos hasta achuras, las más diversas carnes y el infaltable asado.
¿Cómo elegirlo? Conviene optar por los de hierro grueso y evitar los de chapa de hierro tipo sartén, porque no conservan tan bien el calor.
Los discos para cocina miden en general entre 35 y 70 cm de diámetro, y pesan unos 5 kilos.
Para tener una idea de magnitudes, en un disco chico se puede cocinar para 6 personas, mientras que en uno grande alcanza para hasta 45 personas, siempre dependiendo de lo que se prepare, ya que cocinando paella rinde más porciones.
Antes de usarlo por primera vez, es importante curar el disco de arado.
Para ello, se enciende un fuego pequeño, con el que se calienta el disco de ambos lados y, una vez caliente, se le pasa grasa por ambos lados.
Se vuelve a calentar y se repite el proceso hasta que se ponga de color negro. Además, se recomienda limpiarlo en caliente después de usarlo y no guardarlo a la intemperie.
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