El 24 de noviembre de 2021 se cumplieron 30 años de la muerte de Freddie Mercury, pero su música sigue presente con patente de clásica, y seguramente así será por siempre.
De su muerte y herencia, planificada por el cantante de Queen hasta el último detalle, se sabe que le donó su mansión y la mitad de sus bienes a su amiga Mary Austin, y que a Jim Hutton, su última pareja, le correspondió un importante legado.
Pero Mercury dejó una cláusula singular en su testamento, en la que menciona que desde la prestigiosa casa gourmet Fortnum & Mason se envíe anualmente y a perpetuidad, una canasta navideña a sus amigos más cercanos y ahijados.
Para entender, desde el punto de vista gastronómico, la importancia del gesto de Mercury, es preciso aclarar que Fortnum & Mason es una tienda departamental londinense de té y delicatessen, fundada en 1707 por William Fortnum y Hugh Mason.
Fortnum & Mason se hizo famosa por sus delicadas y lujosas preparaciones para picnics.
Esta fama comenzó entre la clase alta de la época victoriana, ya que la casa proveía el catering para eventos como la legendaria regata Henley y las carreras ecuestres de Ascot.
Allí se servían manjares como queso Stilton, champagne y salmón ahumado. Y también es famosa, justamente, por sus canastas navideñas.
Este pequeño gran obsequio describe la generosa personalidad de Freddie, que en una ocasión afirmó que: “Un pequeño regalo, un detalle, un gesto… Creo que a veces eso tiene más valor que si alguien te comprara el Big Ben”.
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