En el universo de las salsas picantes, hay que saber cómo usarlas, porque no solo pueden ser poco agradables para el paladar si se usan en exceso, pero sobre todo porque no todas sirven para realzar tus preparaciones.
En primer lugar, porque el picante es un sabor que no está hecho para todos.
La manera de conocer el grado de picor se mide a través de la escala Scoville, y entre los beneficios de comer picante (moderadamente) está el de estimular el metabolismo y aumentar el calor corporal, favoreciendo la quema de calorías.
Además, reduce la presión arterial y posee propiedades antisépticas y antiinflamatorias.
Te contamos qué salsas podés usar (con cuidado) y con qué alimentos combinarlas.
#1. Salsa de chile dulce. Es un clásico de la cocina asiática y se elabora con chile, azúcar, vinagre y ajo. Se parece a la salsa agridulce, pero con menos acidez.
Ideal para acompañar carnes, pescados, mariscos y arrolladitos primavera.
#2. Salsa borracha. Un clásico de la cocina mexicana, elaborada a base de chiles serranos, tomate, cebolla, ajo y cilantro. En México se usa para aderezar carnes a la parrilla.
#3. Salsa chipotle. El chipotle es una variedad de chile ahumado, con un sabor más suave que los demás, y que se usa para combinar con verduras, pollo, cerdo y camarones.
Aparte del chile, la salsa lleva un poco de canela y jugo de limón.
#4. Salsa sriracha. Originaria de Tailandia, se volvió muy popular en los Estados Unidos, donde la usan para las hamburguesas, alitas de pollo, papas fritas, e incluso el pochoclo. Pero en la cocina tailandesa se usa para el pescado y mariscos.
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Qué hacer con cada producto para preservar su sabor y evitar intoxicaciones.